La escalada del dólar cumplió su sexto día consecutivo y el Gobierno nacional no encuentra las herramientas para frenarla.
En la apertura de las transacciones de este lunes, los operadores del mercado informal le cargaron $ 10 al cierre del viernes y comenzaron pidiendo $452 por unidad. La tendencia se mantuvo toda la rueda y al cierre la divisa alcanzó los $ 462, una suba de $ 20. En el interior del país sobrepasó los $ 465.
Con este telón de fondo, el ministro de Economía, Sergio Massa, encabezó un acto de anuncio de inversiones en infraestructura eléctrica en el AMBA y evitó hacer referencia a la crisis. Solo se limitó a una frase de ocasión sobre la complejidad del momento.
Lo cierto es que todo el arco económico no encuentra señales de cómo el Gobierno conseguirá los dólares para garantizar el proceso productivo.
Las operaciones en el mercado bursátil fueron volátiles. Se iniciaron con tendencia alcista, la revirtieron a media jornada, para finalmente cerrar en terreno positivo, siempre influenciadas por las intervenciones oficiales. El MEP aumentó 2,6% a $ 449,02 y el Contado con Liquidación avanzó 1,6% a $ 462,32.
El dólar oficial se ajustó 0,6% a $ 226,94, mientras que el mayorista terminó con una suba de 0,77% a $ 220,21.
De esta forma, la brecha entre el “Blue” y el oficial quedó en 104% y con el mayorista en 110%.
El dólar agro aportó este lunes U$S 105 millones, una cifra exigua para la cuarta semana de abril con un dólar de $ 300. Este volumen advierte al mercado que la cosecha está en los mínimos previstos y con posibilidades de mayores recortes.
En el balance final de su operación en el Mercado Único y Libre de Cambio (MULC) el BCRA adquirió U$S 106 millones, teniendo que hacer pagos por importaciones de energía por U$S 180 millones.
Cabe recordar que el jueves pasado el BCRA dispuso cambios en el régimen de información que deben completar los bancos para acceder a dólares oficiales para importaciones, lo que abrió un margen de 48 horas sin tener que vender ni un solo billete. De esta forma, al quedar como único comprador de divisas, aspiró todo lo ofrecido. De allí que, pese a cancelar esas obligaciones energéticas, – se están adelantando compras para el invierno- el saldo fue positivo, aunque escaso. En estos dos días acumuló U$S 405 millones.
Tras el cierre del mercado, el presidente Alberto Fernández, se reunió con el presidente del BCRA, Miguel Pesce en la Casa Rosada, para analizar la situación. Durante la jornada también había circulado la versión de que Pesce dejaría su cargo.
La delicada situación financiera observa su correlato en la actividad económica real.
La falta de dólares para la producción viene afectando el desempeño diario de industrias y comercios, lo que se vio reflejado en un informe del INDEC.
El organismo confirmó que la economía hace seis meses que está estancada y apuntaló las proyecciones de un 2023 recesivo para la economía.
Según los datos oficiales del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) -que el organismo difunde mes a mes a modo de adelanto de la evolución del PBI que se informa trimestralmente- en los últimos seis meses solo hubo crecimiento económico en enero: septiembre -0,1%, octubre -0,7%, noviembre -0,8%, diciembre, -0,9%, enero 0,5% y febrero 0%.
En la comparación interanual, la producción de bienes y servicios de febrero mejoró 0,2%, mostrando una fuerte desaceleración con relación al 3,1% que se había observado en enero.
De esta forma, el primer bimestre exhibió una mejora de 1,6% comparado con el mismo período del año pasado. Si bien el dato continúa siendo positivo, es el porcentaje más bajo desde la salida de la pandemia y es reflejo del retroceso de la actividad.
La inflación que afecta el poder adquisitivo y los efectos de la sequía están entre las causas fundamentales de este escenario.
Si bien el Gobierno mantiene proyecciones de crecimiento de 3% para 2023, todas las estimaciones privadas, e incluso las del Fondo Monetario Internacional (FMI), pronostican que la economía sufrirá una caída de al menos 2%.
Este escenario resulta muy complicado para las aspiraciones del oficialismo en las elecciones de octubre, a las que llegará con alta inflación, actividad en baja y deterioro del empleo.