El ministro de Economía, Luis Caputo, afirmó que el déficit fiscal de 6,1% de 2023 “es más alto aún de lo esperado” y ratificó que “este gobierno está decidido a terminar con este flagelo que nos ha llevado a la situación actual”.
En la misma línea, Caputo, subrayó que “el compromiso de llegar a déficit cero, no va a cambiar, se apruebe o no la ley”, en un claro mensaje al Congreso. La contrapartida será un mayor ajuste en otros sectores.
Según datos del Palacio de Hacienda, el ejercicio del año pasado cerró con un déficit primario (previo al pago de intereses de la deuda) de 2,7% del PIB –equivalente a $ 5,4 billones-, 0,8 puntos por encima del 1,9% que el gobierno saliente se había comprometido a alcanzar al firmar la renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que derivó en un desembolso de U$S 7.500 millones en septiembre.
En tanto, el déficit financiero (luego del pago de intereses) fue de $ 6.1 billones, equivalente a 3,2% del PIB.
De esta forma, el desequilibrio total de las cuentas públicas ascendió a $ 11,1 billones, un 6,1 del PIB.
Este es el punto de partida del gobierno de Javier Milei, que al mismo tiempo demuestra una realidad: la magnitud del gasto público argentino no se compensa solo con “ajuste a la casta política”. En consecuencia, el Gobierno acelerará en las próximas semanas con una batería de medidas para cerrar el bache: quita de subsidios, reposición del impuesto sobre asalariados y una nueva fórmula jubilatoria.
“Las cuentas están despedazas y vamos a lograr el equilibrio fiscal a como dé lugar”, insistió hoy el vocero presidencial, Manuel Adorni.
Los números del mes de diciembre son elocuentes y cuando se desagrega cada ítem queda expuestas las consecuencias del “plan platita”.