El calentamiento global es un hecho, pero donde muchos ven una catástrofe medioambiental de proporciones planetarias, el gobierno de Estados Unidos ve una oportunidad de hacer negocios.
Así quedó de manifiesto una vez más recientemente en la última reunión del Consejo del Ártico, en donde la delegación de Estados Unidos se negó a reconocer la existencia del cambio climático, un fenómeno cuyas consecuencias ya pueden ver en el mundo entero, incluso en la Argentina.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, lo expresó claramente: “las reducciones constantes del hielo marítimo en el Ártico abren nuevas rutas navales y oportunidades para el comercio al reducir en 20 días el tiempo que los buques necesitan para navegar entre Asia y Occidente”, y agregó que esas rutas marítimas del Ártico “podrían convertirse en los canales de Suez y Panamá del siglo XXI”.
Por supuesto, Pompeo evitó mencionar las palabras “cambio climático” pero se aseguró de mencionar los abundantes recursos naturales de la región, que incluyen reservas de petróleo y gas, oro, uranio, diamantes y grandes bancos de pesca.
"Es coherente con la postura de Trump, en el G20 de Buenos Aires pasó lo mismo, donde el único punto de disenso fue con respecto al cambio climático", dijo ante la consulta de este medio Irma Argüello, analista internacional y presidenta de Fundación No Proliferación para la Seguridad Global (NPSGlobal).
“Estados Unidos, en la administración Trump, no se preocupa tanto en buscar consensos sino por hacer prevalecer aisladamente su opinión. Se reconoce como la gran potencia que es y dice ‘nosotros vamos a hacer esto, si te gusta bien y si no te gusta también’”, explicó Argüello.
Y agregó que “tienen la creencia de que hay que priorizar el desarrollo económico e industrial… Ellos nunca van a decir que no se va a proteger el medio ambiente, pero no quieren acordar medidas conjuntas para hacerlo y dicen que lo van a hacer a su modo”.
Sin embargo, Estados Unidos no es el único “ganador” del cambio climático. Según Yuval Noah Harari, uno de los pensadores más importantes de la actualidad, “el aislacionismo nacionalista” es más peligroso en el contexto del cambio climático que en el de la guerra nuclear, ya que las armas nucleares amenazan con destruir a todas las naciones y entonces todas quieren evitarlas.
Pero eso no ocurre con el cambio climático, ya que "algunos países, y de manera notable Rusia, podrían beneficiarse en verdad de ello", dice el historiador isreaelí y menciona que si Siberia se descongela, podría dejar de ser el páramo de hielo que es y convertirse en el nuevo "granero del mundo", además de que las vías marítimas árticas están dominadas por Rusia. Y ni hablar de que las economías de Rusia, Irán y Arabia Saudita "se desplomarían si el petróleo y el gas dejan paso de repente a la energía solar y eólica".
El impacto en la Argentina
Los síntomas del cambio climático son variados. En Europa lleva a que los extremos de temperatura sean cada vez más marcados. “Eso produce que haya en el Hemisferio norte no solo días más calurosos sino otros mucho más fríos”, explicó a este medio Cindy Fernández, meteoróloga del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Es un fenómeno que hace que allí se pase de veranos con calores extremos a inviernos con olas polares como la que sufrió Chicago (EE.UU.) el último invierno, con una sensación térmica brutal de -46°C a causa del viento helado.
En la Argentina, en cambio, la tendencia es a que aumente la temperatura en todas las estaciones. Eso afecta el régimen de precipitaciones y la intensidad de las lluvias. "Las lluvias abundantes, esas que superan por mucho el promedio, son típicas de la variabilidad del centro y noreste de nuestro país", explicó Fernández pero agregó que el cambio climático hace que estos ciclos de variabilidad se repitan cada vez con más frecuencia.
Según los datos del SMN, en los últimos 56 años (1961 al 2016) gran parte de la zona central del país y el noreste está tendiendo a tener cada vez más lluvias, con la excepción del norte de Córdoba. Pero estos cambios no se dan en todo el año por igual, ya que en invierno ocurre lo contrario. “Las lluvias aumentan año a año pero lo hacen en verano, primavera y un poco en otoño, mientras los inviernos son cada vez más secos”, afirmó Fernández.
Por otro lado, la meteoróloga agregó que “hay consenso científico de que la tendencia que se está observando en cuanto precipitaciones y temperaturas tiene como principal causante al cambio climático y que de seguir aumentando la temperatura global todo esto se va a intensificar”.
La península Antártica cuya soberanía reclama la Argentina (además de Chile y el Reino Unido), es otro lugar donde se siente fuerte el impacto del calentamiento global. “Después del Ártico, es la región del planeta que más se ha calentado en los últimos 50 años”, explicó ante la consulta de este medio el meteorólogo Alfredo “Alpio” Costa.
“Hay claras señales de que la península antártica se está calentando”, afirmó Costa y lo graficó con un ejemplo: “Desde los años 90 que en la base Marambio ya no nieva; solo llueve. Y eso no pasaba, los antárticos viejos dicen que cuando ellos eran jóvenes, en pleno verano nevaba, no existía la lluvia líquida. Ahora es mucho más común en las bases que en enero la temperatura supere los cero grados centígrados cero y entonces, cuando hay mal tiempo, en vez de nevar, llueve.” La situación de la Antártida es distinta que la del Ártico, ya que este es un mar congelado que se contrae y expande con los cambios de las estaciones. En cambio, la Antártida “es un continente con un casquete polar encima de miles de metros de espesor y mar congelado alrededor, hielo marino, que sí se contrae en verano y expande en invierno”.
Los glaciares y el hielo en la zona oeste del continente que involucra a parte del territorio “se están descongelando aceleradamente debido a que la temperatura está aumentando, lo que va a favorecer al aumento del nivel de los mares y será desafío de la humanidad adaptarse a eso”.
Además, según el especialista, los cambios que sufra la Antártida tendrán consecuencias en el clima del resto del planeta. “Si bien es un continente aislado y eso la da la gran característica de desierto helado, hay muchos estudios que vinculan efectos y consecuencias de la Antártida sobre el clima mundial”, concluyó Costa.