En 1982, Argentina asistía al agotamiento del poder de las Fuerzas Armadas, en un intento por perpetuarse en el poder.
En ese momento la guerra se sintió como una gran oportunidad y la rendición de Argentina con Inglaterra fue el fin para las juntas militares y la luz para una salida democrática.
Los diarios, radios y fundamentalmente la TV tuvieron un rol de suma importancia para los intereses de la nación, que no coincidían con los de la dictadura militar.
En efecto, no era nueva la discusión sobe la soberanía y las islas Malvinas. Y en ese momento se dio una curiosidad histórica: la ciudadanía se oponía al régimen de facto, ya cansados de tanta violencia y corrupción, pero con el inicio de la guerra se instaló una corriente generalizada de reivindicación. En ese sentido, los medios de comunicación jugaron un papel fundamental.
La televisión, con el programa "60 minutos" de Argentina Televisora Color (hoy canal 7), bajo la conducción de José Gómez Fuentes, era la encargada de mostrar las pocas imágenes que llegaban desde el escenario de las batallas y los cables triunfalistas llevaban a la exaltación del espíritu nacional.
Durante los 74 días de guerra, la gran mayoría de los medios de comunicación (con algunas excepciones como The Buenos Aires Herald) se abocaron a esta tarea. Los medios jugaron un rol estratégico fundamental en los planes militares. Desde el Estado se ejerció una terrible censura en los contenidos informativos elaborados por la prensa en relación a Malvinas. De todas formas, las fuentes de información sobre la guerra eran pocas y estaban controladas por el aparato castrense. Todo lo que se publicaba y emitía desde la zona de guerra pasaba por el filtro de las Fuerzas Armadas.
De esto formaba parte ATC y la agencia oficial Télam. También medios privados, incluso aquellos que no se especializaban en política, como las revistas Gente y Somos, además de los grandes diarios nacionales. La editorial Atlántida formaron parte de los que decidieron ocultar, mentir, engañar. La Revista Gente fue de los primeros en afirmar el triunfo.
Fueron varios los periodistas que conformaron el equipo a cargo de la cobertura de los medios estatales y todos coinciden que el control por parte de las Fuerzas Armadas fue total. Muchos años después develaron detalles que sirvieron para saber cómo funcionó el mecanismo que manipuló y tergiversó la información.
Se recortaban los testimonios de soldados heridos y se censuraban las imágenes que llegaban de Malvinas. En la televisión casi no se difundían imágenes de la guerra. Por otro lado, junto con la agencia oficial Télam fueron los únicos medios que estaban autorizados a estar en las islas, pero sus crónicas eran alteradas y en su mayoría no se transmitían las imágenes que enviaban.
Los periodistas argentinos llegaron a las islas antes del primer bombardeo inglés, registrado el 1 de mayo. Hasta entonces, los corresponsales pudieron manejarse con relativa facilidad. Pero luego todo cambió: les estaba prohibido referirse a las bajas argentinas, y se les exigía no dar cifras ni datos exactos sobre ninguna de las operaciones.
Los materiales gráficos enviado desde las islas de Télam y ATC eran custodiados por efectivos del Batallón 601 de Inteligencia de Ejército, quienes grababan todo y remitían la información al Estado Mayor Conjunto, el centro de la cobertura.
La cobertura de la guerra muestra, entonces, que los grandes medios transmitieron una versión alejada de la realidad del campo de batalla. Sería bueno conocer cuánto de esta postura obedeció a la censura oficial, y cuánto a un oportunismo triunfalista. Siempre quedará la incógnita de dónde estará todo el material perdido, si se conserva o se ha destruido en el momento.
Ojalá se investigue y resuelva en algún momento lo que ha ocurrido con todo este patrimonio, para propiciar un verdadero debate sobre la cobertura en la guerra, que nunca fue aclarado.