Agustín María Barletti nunca fue un nadador profesional. Es un aficionado al que le gusta nadar, y así se define. Con 50 años y cinco hijos en su haber ya en 2010 se dispuso a abandonar una vida carente de aventura y comenzó un plan de trabajo para cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar. Para eso pidió la ayuda del renombrado entrenador Pablo Testa.
El reto no sería nada fácil. No había realizado ninguna actividad física en 25 años y su peso rondaba los 100 kilos. Con una gran fuerza de voluntad y un entrenamiento de 19 meses nadó más de 2300 kilómetros hasta superarse a sí mismo y lograr un excelente estado físico. Así es como llegó a lograr el desafío que se había impuesto.
El 23 de octubre de 2011 logró unir Europa y África nadando, en una distancia de 20 kilómetros, en 6 horas y 7 minutos. Se vio rodeado de delfines, de tortugas marinas y hasta recibió la visita de un tiburón. Esto lo cuenta en su libro "Hazaña en Gibraltar", donde habla de la motivación para conseguir los objetivos y la superación ante situaciones adversas.
"Los primeros tiempos fueron durísimos; me dolía cada músculo del cuerpo, pero poco a poco fui superando las dificultades", comentó en el libro.
Periodista, abogado y Doctor en derecho Constitucional graduado en la Universidad de Derecho y Ciencias Sociales de París II (Sorbona), Barletti tenía por delante un nuevo desafío: unir a nado las dos Islas Malvinas (Gran Malvina y Soledad) a través del Estrecho de San Carlos. Asimismo, llevaba una misión superior, a pedido del Papa Francisco, y fue llevar un rosario bendecido, y colocarlo en una de las cruces de uno de los Soldados Desconocidos en el cementerio argentino en Malvinas. Es así que dos años después de su primera hazaña, llegó este nuevo desafío en el marco deportivo y que se transformó en un hito cultural.
Recuerda el momento en que se decidió a afrontar este nuevo reto, cuando Testa le dijo una sola palabra: Malvinas. Es más corto, simbólico y con agua más fría. Ahí me empecé a prepararme desde diferentes puntos y a sortear obstáculos.
Al lugar elegido para el cruce a nado se lo conoce como "el corredor de las bombas", donde desembarcaron las tropas británicas en 1982. Siente que el el momento de las últimas brazadas fue ambiguo: "No podía continuar mucho más tiempo en esas aguas gélidas, pero, al mismo tiempo, no quería alcanzar la meta. En cada brazada sentía felicidad por el objetivo alcanzado y angustia porque la aventura terminaba".
La natación fue un vehículo que posibilitó rescatar acciones heroicas que sucedieron durante la guerra, muchas de ellas desconocidas. Con documentación inédita y el testimonio de los protagonistas, nació su segundo libro: "Malvinas. Entre brazadas y memorias", donde narra como parte de la historia la decisión de recuperar las islas por la fuerza, el infierno vivido durante la última batalla en el Monte Longdon, y las increíbles hazañas del Batallón de Infantería de Marina Nº 5 y de los marinos mercantes. Una mirada diferente de un conflicto bélico.
Entre los días 8 y 15 de noviembre de 2014, desde el barco conducido por el capitán Alejandro Damilano, el nadador Barletti cumplió su cometido acompañado por su entrenador Pablo Testa, por dos ex compañeros del colegio primario; Pablo Lina (ex combatiente) y Guillermo Luder, a cargo de la filmación del desafío. Y el apoyo de la empresa naviera argentina Abadía del mar y la Fundación Azul.
Para el cruce a nado en Malvinas, el gran desafío era superar el oleaje y altos vientos reinantes en la zona, junto a la baja temperatura del agua, que rondaba los 2º.
"En las islas nos pedían muchos requisitos para poder hacer el cruce. Uno de los fundamentales era tener un barco que te haga de soporte. El único barco que había en Malvinas estaba destinado a otro tema y no me lo querían dar. Un barco con bandera argentina no podía ingresar a la isla. Ahí aparece otro personaje de esta historia que es Alejandro Damilano. Él tenía su barco, el Mago del Sur y desde el Riachuelo se fue a Malvinas. Primero a Puerto Argentino y después a San Carlos. Tardé dos años en cumplir todos los requisitos que nos pedían. Todo el viaje fue la semana del 8 al 15 de noviembre. Cuando faltaba poco tiempo para salir, el papa Francisco se entera de esto y nos manda un rosario bendecido por él y con el pedido de que sea puesto en la tumba más despojada que encontremos en el Cementerio Argentino. Nosotros llegamos a Malvinas el 9 de noviembre. Te sellan el pasaporte y eso es tremendo. La natación terminó siendo un vehículo para conocer este suelo patrio. Esa semana en Malvinas nosotros fuimos noticia", relata Barletti.
Nos quedamos con la reflexión del propio escritor: "lo que más me enseñó esta experiencia es a sentir la verdadera patria. Que depende de muchas cosas. Que tengas el milagro de que en un clima hostil se presente un escenario con mar calmo, por ejemplo. La patria es que tus amigos de la infancia te acompañen hasta el fin del mundo. Valorar, pero con toda la fuerza, al veterano de Guerra. Si tenés la oportunidad de estar junto a un veterano, abrazalo fuerte porque es lo más cerca que vas a estar de abrazar a la patria".