Alejandra Marina Oliveras, conocida como la “Locomotora”, se convirtió en una de las boxeadoras más destacadas del deporte argentino. Su decisión de dedicarse al boxeo no fue casual, sino el resultado de una vida marcada por la violencia, la pobreza y la necesidad de superarse. A través de su historia, Oliveras transformó el dolor en fortaleza y dejó un legado que va mucho más allá del ring.
Infancia dura y trabajo desde niña
Nacida el 20 de marzo de 1978 en El Carmen, Jujuy, Alejandra se crió en Alejandro Roca, un pequeño pueblo de Córdoba. Desde muy joven, tuvo que trabajar en el campo para sobrevivir. Según contó en una entrevista con el portal 442 Perfil, a los 10 años ya cargaba bolsas de maní y manejaba tractores. “Eso me dio fuerza física y mental. Forjé el carácter en el campo”, relató.

Violencia de género y el punto de quiebre
A los 14 años quedó embarazada y fue víctima de violencia por parte de su pareja. Alejandra llegó a contar que fue golpeada incluso estando embarazada. Un día, logró defenderse y escapar con su bebé en brazos. “Me fui con lo puesto, con una bolsa de nailon. No tenía nada”, recordó en diálogo con Infobae.
Fue en ese contexto que se propuso nunca más depender de nadie. El boxeo apareció como una herramienta de supervivencia, de empoderamiento y también de redención.
Un comentario al aire que cambió su vida
Oliveras comenzó a incursionar en los medios de comunicación locales leyendo noticias en una radio. Un día, al aire, expresó su admiración por Mike Tyson y dijo que le gustaría ser boxeadora. Un exboxeador local la escuchó y la invitó a participar en una pelea. Aceptó sin entrenamiento y ganó. “Ahí supe que esto era lo mío”, dijo años después en Infobae.
El boxeo como única salida
Alejandra no tenía estudios, ni trabajo, ni apoyo familiar. “Elegí el boxeo porque no tenía otra opción. No tenía para comer”, confesó. A partir de allí, se lanzó de lleno a entrenar y a competir, en un ambiente profundamente machista. “Me decían que no era mujer, que era un marimacho”, explicó, aunque con el tiempo se ganó el respeto de todos
Romper estereotipos y hacer historia
Alejandra debutó como profesional en 2005 y terminó su carrera con múltiples títulos mundiales. Según Wikipedia, fue campeona en cinco divisiones distintas: supergallo (CMB), pluma (AMB y OMB), ligero (CMB) y superpluma (WCH), convirtiéndose en la única boxeadora reconocida por Guinness con cuatro títulos mundiales por nocaut en diferentes categorías.
Además de su carrera deportiva, la “Locomotora” fundó gimnasios en Santa Fe, donde ofrecía clases gratuitas a jóvenes en situación vulnerable. Para ella, el deporte era una herramienta de transformación social.
Alejandra Oliveras eligió el boxeo porque no le quedaba otra salida, pero lo transformó en una bandera. Convirtió su historia de dolor en un mensaje de esperanza, rompiendo estigmas y abriendo camino para muchas mujeres en el deporte. Como dijo alguna vez: “No soy el sexo débil. Soy el sexo fuerte, y tengo guantes para demostrarlo”, le señaló a Página 12.
