Qatar se prepara a contrarreloj para el evento internacional más desafiante de su historia, el Mundial de Qatar 2022. En un país donde los estadios de fútbol no se llenan siquiera en los partidos de la primera división y los eventos masivos no son realmente tan masivos, ahora los organizadores deberán lidiar con millones de hinchas que irán a alentar a sus selecciones. La gran pregunta es: ¿está preparado el pequeño país del golfo para lidiar con tanta euforia?
La prueba piloto fue el pasado 9 de septiembre y, aunque salió bien, hubo retrasos en el ingreso.
El estadio Lusail, donde será la final de la Copa del Mundo, fue inaugurado durante la Lusail Super Cup, un partido disputado entre el campeón de Egipto y el de Arabia Saudita, con aproximadamente 75 mil personas en las tribunas, muchas de las cuáles tardaron cerca de una hora en atravesar todos los controles.
La entrada al predio era una sola para todos los espectadores que arribaban mediante el metro y, luego de una larga caminata, se llegaba a una línea con varios puestos de control. Allí las filas se formaban en zig zag, con vallas; en cierto punto los encargados de seguridad pedían que todos levantaran sus smartphones para mostrar su Ehteraz, una aplicación del gobierno que reúne la información de cada uno respecto a la inmunidad de Covid-19.
El siguiente control era para revisar las mochilas y carteras, en un lugar cerrado con máquinas para escanear, tal como si fuera un aeropuerto con máxima seguridad. Pero la mayoría de las persianas para ingresar allí estaban cerradas y la espera comenzó a provocar gritos en la fila, que para entonces ya era casi una marea de gente que trataba de repeler los empujones.
Sin embargo, nadie se imaginaba lo que siguió: un argentino abrió fácilmente una de las persianas, que no tenía candado ni estaba bajo llave y tampoco estaba custodiada. Decenas de personas entraron como una avalancha y quedaron allí estancados ya que no podían cruzar al otro lado; los niños lloraban y los adultos se quejaban.
Finalmente la puerta se abrió y todos pasaron, aunque muchos de ellos no tuvieron que escanear sus pertenencias.
¿Aprenderán los organizadores de esta experiencia? ¿Cuando los hinchas argentinos más pesados lleguen en masa al estadio para el partido entre Argentina y México encontrarán persianas sin candado y puestos de control vulnerables? Lo bueno de esta “prueba piloto” es que los organizadores pudieron encontrar sus puntos débiles y seguramente serán reforzados para cuando llegue el Mundial.
La odisea de llegar hacia los estadios
Otra gran incógnita tiene que ver con el transporte hacia los estadios. El medio preferido para los hinchas será seguramente el metro, que tiene muy alta frecuencia y tiene estaciones en la zona de los estadios. Por ejemplo, desde la estación Lusail QNB hasta la entrada más cercana al Lusail Stadium se debe caminar solamente 15 minutos.
Sin embargo, la gran pregunta es cómo se movilizará la gente desde los cluster Barwa Barahat Al Janoub y Barwa Madinat. Estas son “ciudades” construidas para el Mundial, también conocidas como “villas de aficionados” están en las afueras de la ciudad. La más lejana se ubica 25 kilómetros al sur de Souq Waqif.
Se calcula que en estas ciudades se hospedarán 27 mil personas, muchos de ellos argentinos y mexicanos. Probablemente un gran porcentaje se mueva en auto, aunque no todos, porque ya no hay más alquileres de autos disponibles en Doha.
Para lidiar con este potencial problema, los organizadores pondrán a disposición un servicio de buses que comenzarán a circular cuatro horas antes del comienzo de los partidos desde ciertas zonas de la ciudad y desde estos clusters.
Asimismo, otra pregunta es si habrá suficientes Ubers y taxis circulando en estas zonas que están alejadas del centro. Lo que es seguro es que todos deberán planificar su viaje a los estadios con anticipación y salir mucho antes de lo que estime Maps o Waze.
*Por Jessica Costa, periodista en Qatar.