Una especie de “señor de los ascensos”. Wilfredo Olivera integró el plantel de un Belgrano campeón histórico y que regresó a Primera. Ya había obtenido un logro similar con Talleres en 2016, aquel equipo invicto de Frank Kudelka, lo que lo ubica entre los pocos elegidos en haber subido con los dos tradicionales clubes de la ciudad.
“Voy a ser el único jugador con un tatuaje de Belgrano y otro de Talleres”, resaltó el marcador central, en referencia a los dos ascensos. Con el Pirata disputó 15 partidos, sin goles. Con la T jugó 36 en total en dos temporadas (ascendió primero del Argentino a Primera Nacional), y cinco goles.
“Quiero quedarme en Córdoba, jugar en primera y apoyar desde el lugar que me toque. No me siento un jugador de paso. (Guillermo) Farré sabe mi deseo, que es quedarme en Belgrano”, declaró Olivera en La Mesa del Fútbol por Radio Pulxo.
“Acepté las decisiones del entrenador respecto a los compañeros que jugaban. Desde afuera apoye y ayude a mis compañeros. Con Farré hablamos siempre para buscar lo mejor para el equipo. Lo importante siempre fue lo grupal y no lo individual”, aseguró.
La clave para ser campeón
“Este equipo tuvo un gran grupo porque todos tiramos para adelante. Hicimos de todo para llevar a Belgrano a lo más alto”, remarcó sobre la campaña espectacular del Pirata, puntero de punta a punta en la Primera Nacional y con récord de puntos obtenidos.
“Este ascenso lo vine a buscar desde el primer momento que llegue al club. Lo tomo como un premio por todo lo que pasé en la pandemia”, añadió el zaguero central, en referencia a que perdió a su padre y a una hermana a causa del coronavirus.