A pesar de que este sábado se cumplen 40 años del inicio de la Guerra de Malvinas, las heridas de ese acontecimiento aún no terminan de cicatrizar en la sociedad y mucho menos en quienes afrontaron en primera persona la miserable situación del combate en defensa de la soberanía. Las afecciones que sufren hasta la actualidad los veteranos son muchas y la respuesta, en muchos casos, es insuficiente.
En el marco de este nuevo aniversario, el excombatiente y actual jefe de la división de la obra social de veteranos de guerra en Córdoba, Sergio Gigena, dialogó con Vía Córdoba y contó detalles de la vida que tienen los veteranos en el país. “Realmente, ha sido más dura la realidad después de la guerra que la batalla en sí. Del combate de Malvinas tuvimos la suerte de volver, porque no nos tocó”, señaló.
“La vuelta al continente y la reinserción como comunidad malvinera es una batalla durísima que va a durar hasta el final de nuestros días, porque la demanda siempre va a estar y siempre habrá cosas que van a quedar pendientes”, indicó el soldado retirado.
La mente, la gran víctima de la Guerra de Malvinas
En cuanto a los principales problemas de salud que padecen quienes pudieron volver de esa lucha y aún continúan con vida, Gigena reconoció que “las consecuencias más grandes y frecuentes son los problemas referidos a la salud mental, tanto las afecciones directas como indirectas”.
Y explicó: “Primero, lo que padecen todos es estrés postraumático y por el cual derivan otros complejos como insomnio, poca paciencia, irascibilidad, cuestiones que deben ser tratadas para que no tengan un desenlace trágico”. En tal sentido, el veterano de guerra celebró que en la provincia se trabaja bien respecto a este último punto. “Córdoba es la provincia que menos cantidad de suicidios tiene a nivel nacional”, aseveró.
No obstante, reconoció que los problemas anteriormente enumerados “traen consecuencias clínicas, como por ejemplo hipertensión, problemas coronarios y diabetes, lo que puede derivar en amputaciones ante la falta de atención”. Con respecto a esas complicaciones, reveló que “entre el 70 y el 80 por ciento de los veteranos tienen problemas coronarios”. “Realmente, es muy delicada la situación clínica derivada de los problemas de salud mental”, sentenció.
En otra zona de combate, pero la lucha continúa
Cuatro décadas pasaron del combate por las Islas Malvinas, pero quienes volvieron de esa inolvidable guerra siguen luchando, aunque por otras reivindicaciones. Es que, según reclaman, la atención que reciben no cubre sus necesidades.
“En 2005 presentamos un proyecto de atención para promover la salud integral para veteranos de guerra y familia que se puso en marcha a través de la resolución 191/5 del Pami. La misma comprendía un nivel de atención acorde a lo que nosotros vivimos y a la realidad nuestra. Esa atención se brindó durante años y trajo un cambio ya que había un seguimiento casi personal de cada caso”, recordó Gigena.
“Esto se fue deteriorando con el tiempo y los distintos gobiernos, y en la actualidad los veteranos se encuentran en el sistema general de atención, es decir, con el servicio que les brindan a los jubilados y pensionados, cuando los veteranos de Malvinas tenemos entre 58 y 60 años”, enfatizó el hombre. Y detalló que “esta baja en las prestaciones hace mella en la salud de los veteranos, que por ahí no tienen tiempo para esperar porque las patologías atacan y matan”.
“Nosotros lo que pedimos es la plena vigencia de aquella resolución de 2005 y su actualización. Además, solicitamos que veteranos de guerra sea una gerencia del Pami y no haya un tercero en el medio que burocratice las prestaciones y demore el tiempo de atención”, contó acerca de la protesta nacional que se llevó a cabo durante el mes de marzo. “La titular del Pami escuchó nuestro reclamo y dio lugar a ese proyecto”, sentenció.
