La historia del cuarteto: de la tarantela cordobesa a Patrimonio de la Humanidad

Con más de 80 años de historia, el género se transformó en la banda sonora de la identidad de Córdoba.

La historia del cuarteto: de la tarantela cordobesa a Patrimonio de la Humanidad
Cómo fueron los orígenes del cuarteto.

El cuarteto como género musical bailable surgió en la provincia de Córdoba en 1943, mezclando la música que trajeron los inmigrantes italianos y españoles, como la tarantela y el pasodoble, con las expresiones de la clase obrera criolla. También recibió influencia de ritmos tropicales sudamericanos, incluyendo la gaita zuliana, el jalaíto y el paseo. El estilo, en sus inicios, se escuchaba en zonas semirrurales.

El 4 de junio de aquel año, debutó en la radio LV3 de Córdoba el Cuarteto Característico Leo. Augusto Marzano formó la orquesta, nombrándola en honor a su hija Leonor. Originalmente, el conjunto se componía de cuatro instrumentos, de allí su nombre: piano, acordeón, contrabajo y violín. La pianista Leonor Marzano fue decisiva para cimentar la esencia del género. Ella le dio prioridad a la marcación rítmica con su mano izquierda, acentuando el primer tiempo en lugar del segundo, creando el sonido que popularmente se conoce como tunga tunga. Este pulso rápido en compás constituye la base del cuarteto.

La evolución del cuarteto y la irrupción de las leyendas

Durante las décadas de 1940 y 1950, este ritmo característico fue asociado casi exclusivamente a la clase baja y a sectores marginales, experimentando cierto desprecio por los estratos sociales más altos. Sin embargo, el género continuó su desarrollo. En 1967, apareció el Cuarteto Berna, en el que debutó Carlos “La Mona” Jiménez con solo 16 años. Grabó seis álbumes con la banda antes de formar el Cuarteto de Oro en 1972.

La Mona Jiménez junto a Daniel Franco en acordeón en Cuarteto Berna.
La Mona Jiménez junto a Daniel Franco en acordeón en Cuarteto Berna.

A partir de los años 70, la música evolucionó, sumando influencias caribeñas y percusión afrolatina, e incorporando secciones de vientos, lo que amplificó notablemente su potencia sonora. Fue en este período que surgieron subgéneros. En este sentido, Chébere introdujo el cuarteto moderno, un estilo que se distingue por la fuerte presencia de batería y vientos, y su similitud con ritmos como el rock nacional o el ska. Otro subgénero es el merenteto, una mezcla del ritmo cordobés con el merengue, al que contribuyó el cantante Jean Carlos y que Rodrigo Bueno se encargó de expandir a nivel nacional.

La conquista nacional del cuarteto

A mediados de los años 80, el cuarteto ya era muy popular en Córdoba, Cuyo y el Noroeste argentino. El gran salto a la escena nacional se produjo cuando La Mona Jiménez, ya como solista, tocó por primera vez en Buenos Aires en 1988. El género consolidó su presencia en el resto del país en la década siguiente, gracias a la aparición de Rodrigo.

 Se cumplen 16 años de la muerte de "El potro" Rodrigo
Se cumplen 16 años de la muerte de "El potro" Rodrigo

Conocido como El Potro, llevó el tunga tunga a distintas edades y estratos sociales, rompiendo fronteras y logrando posicionar al cuarteto en otro plano. Con trabajos como A 2000, el artista instaló definitivamente este estilo en el ámbito musical argentino.

El cuarteto como patrimonio vivo de la humanidad

El cuarteto es más que música; es danza, memoria e identidad comunitaria. Por eso, los recitales se denominan bailes porque la gente canta y se mueve al ritmo de las canciones en vivo. Este fenómeno cultural, que retrata la vida cotidiana, el amor y la alegría en sus letras, fue consagrado por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en una sesión llevada a cabo en Nueva Delhi, India.

El documento evaluado por la entidad, titulado “Cuarteto, Música, Letra y Danza en la Ciudad de Córdoba”, resaltó la huella profunda que la manifestación ha dejado en la vida social y afectiva de la región. La Unesco reconoció al cuarteto como un proceso vivo en constante transformación, que se recrea con cada generación.