En el marco de Made in Córdoba, el segmento de Vía País dedicado a recorrer empresas locales para conocer su historia y procesos productivos, se realizó una visita a la planta de bicicletas Tomaselli, un ícono de la industria que forma parte de la esencia cordobesa.
Con más de 70 años de historia, la firma logró convertirse en referente en su sector. La familia detrás del negocio comenzó con un pequeño taller mecánico en barrio San Vicente. En la actualidad, cuentan con la fábrica con la infraestructura más grande y moderna de Argentina.
La historia detrás de la fábrica de bicicletas Tomaselli
La historia de Tomaselli se remonta a 1947, año de su fundación por los hermanos Isidro y Enrique Tomaselli, quienes provenían de Entre Ríos, donde aprendieron el oficio de bicicletero. Vieron una oportunidad de crecimiento en Córdoba y se instalaron en barrio San Vicente, donde compraron el fondo de comercio de una bicicletería artesanal ubicada en la esquina de Obispo Maldonado y Pelegri.
El primer local era un pequeño taller, se llovía y dormían allí, según contó José Luis Tomaselli, gerente de la empresa, a Vía Córdoba. Enrique con 25 años e Isidro con 16, iniciaron arreglando bicicletas hasta que, tras fabricar una para uso personal, un cliente la compró. Ese fue el inicio de su producción.
La transición del pequeño taller a la escala industrial fue gradual. Hacia 1997 y 1998, la necesidad de centralizar las operaciones los llevó a adquirir un terreno de aproximadamente 6.000 metros cuadrados en barrio Ramón J. Cárcano, en la zona sur de la ciudad, donde se inauguró la planta industrial.

Esta infraestructura, que se amplió desde una nave inicial de 500 metros caudrados, hoy es reconocida como la más grande y moderna de Argentina. Durante este periodo de crecimiento, la firma diversificó su oferta: en 1994 desarrolló rodados personalizados para marcas reconocidas (bicicletas corporativas), y en 1999 comenzó la fabricación de modelos especiales con prestaciones afines a las necesidades de personas con capacidades limitadas (bicicletas adaptadas). En 2023, la planta experimentó una ampliación edilicia con una nueva nave para mejorar la capacidad de almacenamiento de bicicletas de acero y aluminio.

De Córdoba a todo el país: cómo es la producción de Tomaselli
En la actualidad, Tomaselli fabrica bicicletas, repuestos y accesorios para una amplia variedad del mercado nacional. Su gama de productos incluye modelos infantiles, de paseo, mountain bike y eléctricas. Un hito importante fue la adquisición de Oxea Bikes en 2009, que les permitió comenzar a producir rodados mountain bike de gama media y alta.

En este sentido, las marcas Oxea y Draco se asocian a cuadros de aluminio, mientras que Tomaselli se asocia al cuadro de acero. Para optimizar la producción, en 2016 compraron un robot de origen italiano destinado a mejorar los procesos de soldadura. El diseño vanguardista y el control en cada etapa del proceso productivo son vitales para ofrecer productos de excelencia, según explicó José Luis. La producción mensual de la planta ronda las 8.500 unidades, combinando bicicletas de acero y aluminio.
El recorrido por la planta de Tomaselli permitió observar de cerca la compleja fabricación de bicicletas. El proceso comienza en el sector de diseño, donde se definen la gráfica, los colores y las calcomanías, incluso para los cuadros de aluminio que se traen de China.

La producción interna de cuadros se centra en el acero. Los caños cortados se someten a un tratamiento superficial esencial, acuerdo a lo explicado por Ariel Villafañe, encargado de planta. Primero se desengrasan para quitarles el aceite protector y, luego, se fosfatizan para crear una película que evita la futura oxidación y que sirve de “adherente” para la pintura. Las piezas desengrasadas y fosfatizadas pasan al sector de soldado. En ese sector, los operarios usan molinetes de soldadura semiautomática para ensamblar los caños sueltos y convertirlos en cuadros.
Asimismo, el robot suelda aproximadamente el 95 por ciento del cuadro de forma automatizada. Finalmente, la pieza ingresa al sector de pintura, donde se aplica pintura en polvo termocontraíble (epoxi) mediante carga electrostática (la línea tiene carga negativa y la pintura positiva). Los cuadros pintados ingresan al horno por unos 14 a 15 minutos a 240°C para “cocinar” la pintura y obtener su brillo final. El proceso termina en la línea de ensamblado, donde se colocan los bici-partes, y en el sector de la rueda, que se arma con llanta, maza y rayos en máquinas automáticas de origen francés, un proceso que optimizó el trabajo que antes era realizado manualmente.