Por esas rarezas del fútbol, una copa internacional es el primer título a nivel nacional de Talleres en AFA. En la noche de Paraguay, el club de barrio Jardín conjuró las pesadillas de tantas amarguras, y se encadiló con una nueva estrella brillando en su camiseta. Se le iba a dar alguna vez, y fue nada menos que ante el River de Marcelo Gallardo.
Como pudo haber sido frente a Boca, en aquella Copa Argentina de 2021. También por penales para dirimir el 0 a 0, también con Guido Herrera en el arco y Alexander Medina en el timón. También con Andrés Fassi, triunfante en una lucha en la que no claudicó.
De esa noche bochornosa en la derrota con Boca en Mendoza en 2024, que marcó un quiebre en la relación con la AFA; a esta de júbilo y gloria, grabada en la historia, en la que el mismísimo Claudio Tapia les entregó la copa. Las vueltas del fútbol.
El fuego de esa noche del tórrido diciembre en Santiago, cuando el Talleres de los tiempos modernos no pudo llevarse la Copa Argentina frente al Xeneize, se mantuvo encendido hasta esta abrasadora joranda en Paraguay, donde sí hubo vuelta olímpica en un alocado festejo. Hubo que comer mierda, Talleres, para ahora poder paladear esta consagración.
EN LOS PENALES DE TALLERES, LA VIEJA GUARDIA
No en vano Guido Herrera y Gastón Benávidez, dos de los que vienen desde hace tiempo con la carga en sus espaldas, fueron los responsables de este alegrón Albiazul. El arquero y capitán, que vino de la otra vereda y se convirtió en un Matador más por la gente que lo hizo sentir como uno de ellos; contuvo el primero de la serie de los penales.
Y el “Chaco” Benávidez, quien atravesó sus tormentas hasta ser un indiscutido; ejecutó el decisivo. Y le pegó con clase, parió la victoria, como en su familia se dio la llegada del primer hijo el sábado pasado. Alumbró una estrella más. Salud, Talleres.