Desde la salida de Belgrano a la cancha, que los hinchas no se decidieron en cantarles pidiendo, primero un triunfo ante Huracán ("que esta tarde tenemos que ganar") y de acordarse del eterno rival en el clásico del domingo próximo. Y, con una derrota por la mínima ante el Globo consumada, el foco fue la desaprobación al técnico y a algunos jugadores. Y la esperanza del partido del domingo próximo ante Talleres fue de lo único que se agarraron los más de 25 mil personas que llegaron al Gigante de Alberdi
Desde adentro se empezaron a disipar dudas apenas arrancó el partido. Los jugadores salieron con todo a tratar de quedarse con vitales tres puntos ante el Globo de Parque Paticios. Aunque con muchas imprecisiones, el Celeste iba para adelante y contagiaba a los hinchas. Pero, en la etapa inicial, a pesar del ímpetu local, el equipo visitante se acomodó mejor y empezó a generarle complicaciones con toque y velocidad.
Como el equipo no entusiasmaba nada desde adentro, los que estaban en las tribunas volvían a la carga acordándose del clásico.
A los 30, Gil Romero se durmió en una pelota en el medio y Roa se la quitó. El colombiano la llevó unos metros y, con un derechazo barbaro, la clavó en el ángulo izquierdo de Rigamonti para el 1-0 sorpresivo.
Luego de estar en desventaja y, cuando se veía que a los jugadores no les salía una, desde las tribunas empezaron a bajar los reclamos. “Ustedes pongan huevo, nosotros alentamos” o el pedido de ingreso para Maximiliano Lugo cuando Gastón Gil Romero, quien estaba jugando mal, fue amonestado.
Hasta el final de la etapa, el equipo del cuestionado DT Lucas Bernardi fue una duda andante. Y el signo de interrogación se agrandó cuando Brunetta, que fue el único que intentó jugar a a algo, pidió el cambio por una lesión muscular.
Con un preocupante silencio, el Gigante entero despidió a sus jugadores esperando que haya algún tipo de reacción. Pero no solamente en actitud sino también en lo futbolístico.
El famoso factor “H” se hizo presente desde el inicio. En la primera jugada, Lugo, que ingresó por Gil Romero, vio la amarilla por fuerte foul a Auzqui. Pero parecía que Belgrano entró distinto. Con el mismo Lugo manejando los hilos, con Suárez y Balboa más metidos, renació la esperanza para Belgrano en cancha.
Y desde los pies de Lugo se vio lo mejor del Celeste. Y el entusiasmo aumentó. Las llegadas al arco empezaron a llegar. Luna llegó al fondo y tiró el centro que nadie empujó, luego Sequeira quedó mano a mano y se demoró en definir. Era otro equipo y desde afuera el aliento se incrementó. Parecía que el Pirata tenía opciones pero los nervios le hacían perder la precisión en los últimos metros.
Los minutos fueron pasando y, como el empate no llegaba, la impotencia se adueñaba de la tarde-noche de Alberdi. Encima, en el momento del envión de Belgrano, se lesiona Hernán Mastrángelo, el árbitro que fue reemplazado por Jorge Broggi, el cuarto asistente y el partido, para alivio de Huracán, se enfrió. Y, a partir de allí, el Celeste no tuvo ocasiones de ilusionarse con el empate. Salvo, a los 45, cuando Sequeira sacó un remate desde afuera que pasó cerca de la valla defendida por Marcos Díaz, el arquero de Huracán.
Los siete minutos adicionados por el árbitro alargaron la ilusión de un partido que volvió a tener a Belgrano en la fila de los preocupados.
La expulsión del Luna en el final, los insultos a Bernardi más el recordatorio por el clásico del domingo 7 de octubre con Talleres terminaron de coronar una tarde noche para el olvido. En un partido que será bisagra para el DT cuestionado por los fanas del Celeste.