El 25 de mayo de 1982, durante la guerra por las Islas Malvinas entre Gran Bretaña y Argentina, había comenzado con importante bajas para nuestro país.
En ese momento, el escenario bélico principal era el estrecho de San Carlos, donde las tropas del Reino Unido, cubiertas de ataques aéreos por gran parte de su flota, intentaban consolidar su cabeza de playa después del inicio del desembarco días atrás.
Las condiciones climáticas eran óptimas para volar, lo que fue aprovechado por la aviación argentina, cuyos valientes pilotos luchaban motivados especialmente por la celebración del día patrio.
Los británicos sabían bien qué significaba para su oponente esa jornada y ciertamente esperaron preparados la ofensiva.
Durante la entonces llamada "nueva era de los misiles", ese día la armada enemiga se defendía de las oleadas de aviones de combate argentinos disparando desde sus buques sofisticados proyectiles electrónicos.
A la vez, daban cobertura aérea a su flota los cazabombarderos Harrier de los escuadrones embarcados en los portaaviones Invencible y Hermes.
Para las 14 de esa trascendental jornada, el destructor tipo 42 Coventry (la tercera nave más importante en ese momento de la marina británica) llevaba derribados tres aviones argentinos, a través del sistema de misiles de largo alcance Sea Dart.
Relatos de la época indican que el clima a bordo del buque era de plena euforia.
A unos mil metros, como escolta del barco mayor, navegaba la fragata tipo 22 Broadsword, que ya el 21 de mayo había sido atacada por aviones M-5 Dagger de la VI Brigada Aérea.
En pocos minutos, ambas naves padecerían un devastador ataque de la Fuerza Aérea Argentina.
Douglas A-4 Skyhawk del Grupo 5 de Caza (V Brigada Aérea) sorprendieron a los buques, cuyos sistemas de radares habían quedado "ciegos" debido a la arriesgada técnica de vuelo rasante de los pilotos de la Fuerza Aérea, que volando a unos 900 km/h les descargaron sus bombas de 500 libras.
En los registros de comunicación radial del combate quedó un memorable "¡Viva la Patria!" pronunciado por el entonces Capitán Pablo Carballo, al comando de uno de los aviones nacionales.
El Coventry, del que pudieron sobrevivir 283 tripulantes, se hundió lentamente entre maniobras de rescate llevadas a cabo por pilotos de helicópteros Sea King y Westland Wessex británicos.
La Broadsword, mientras tanto, sufrió una avería importante.
A mediados de los '90, la fragata fue vendida por el Reino Unido a Brasil, que actualmente la tiene en servicio, con el nombre de F Greenhalgh.
El hundimiento del Atlantic Conveyor
El mismo 25 de mayo de 1982, otra notable acción de la aviación argentina hundió el Atlantic Conveyor, un buque carguero civil que había sido requisado por el gobierno británico para el transporte de aviones Harrier, helicópteros Chinook y múltiples elementos vitales para la campaña terrestre de las tropas del Reino Unido.
Un par de aviones Super Étendard de la Armada Argentina, equipados cada uno con un misil AM39 Exocet (la misma combinación de armas que el 4 de mayo había provocado el hundimiento del destructor tipo 42 Sheffield) atacó un grupo naval de batalla, entre el que estaba el portaaviones Invencible, localizado a unos 150 km al noreste de las islas.
Uno de los misiles se perdió en el mar; el otro, desviado por una lluvia de chaff (láminas de aluminio que eran lanzadas por los barcos enemigos para "confundir" la guía electrónica de los Exocet), dio de lleno en el Atlantic Conveyor.
Como resultado del ataque, los británicos perdieron, entre otro valioso equipamiento, todos menos uno de los helicópteros Chinook, que estaban destinados a transportar a las tropas más de 100 kilómetros en el avance desde San Carlos hacia Puerto Argentino.
Los Harrier que el barco cargaba habían sido trasladados días atrás a los portaaviones, que tras el ataque serían alejados definitivamente al doble de la distancia, con el fin de evitar un nuevo acercamiento aéreo.
La guerra por las islas Malvinas culminó con la rendición argentina el 14 de junio del '82.
Hasta 45 días después del cese del fuego, las fuerzas británicas tuvieron como rehenes a un importante número de oficiales argentinos en el archipiélago, temiendo nuevos ataques de la aviación nacional.
Incluso, el estado de alerta en las islas permaneció hasta finales de aquel año.
Efectivos británicos que llegaron a las Malvinas después del 14 de junio y hasta fines del ´82 son considerados igualmente veteranos de guerra y reciben sus pensiones.