Para Virginia Barrionuevo (53 años, casi 25 viviendo en barrio Hipólito Yrigoyen) el infierno comenzó el 1 de enero de este año, cuando volvió a su casa tras pasar el Año Nuevo con su hijo y se encontró con que habían intentado entrar en el domicilio y en la despensa que tiene al lado, y al no poder provocaron destrozos.
Desde esa fecha hasta hoy, la almacenera presentó 10 denuncias en la comisaría de Marqués de Sobremonte con nombres, apellido y "alias" de las 15 personas que intentan robarle todas las noches -todas- y al no lograrlo le apedrean la casa, rompen todo, la amenazan de muerte y le advierten que se vaya del barrio.
Su situación es tan insostenible que recibió visitas de funcionarios, secretarios de fiscales y comisarios, y actualmente vive con consigna policial, día y noche, adentro de la casa.
Pero los ataques siguen. Al punto que la mujer cerró hace un mes la despensa, porque ya en ocasiones anteriores le rociaron el ingreso con nafta, y debió enjaularse -literalmente, como lo muestra la foto principal- las 24 horas, sin salir ni siquiera para hacer las compras.
Cada tanto, entre los escombros que le arrojan, suena una advertencia o un pedido curioso: "Dejate robar una vez, y después te dejamos tranquila".
"Así como suena, eso me gritaron. Quieren la plata para comprar drogas. Ya puse la casa en venta, pero no la puedo vender. Me quiero ir. Yo vivo encerrada en una jaula y los delincuentes, libres. Esto no es vida. No puedo trabajar, no puedo abrir mi despensa, no puedo salir, no duermo. Tengo que vivir con una consigna. Hice 10 denuncias, ¡10! Pero no ocurre nada. Ya no sé qué hacer para tener una vida digna", cuenta esta vecina del noreste de la Capital a Día a Día + Vía País.
"En el barrio nos conocemos todos. Sé quiénes son los que intentan usurparme y hacerme la vida imposible. Viven en villa El Nailon. Los denuncié a todos, pero siguen haciendo de las suyas. Por suerte entre los vecinos nos ayudamos, pero esto no esta vida, no es vida", se lamenta la (ahora ex) almacenera.
"En el barrio hay otros casos de gente a la que le usurparon la casa. La presionaron hasta que se fue y se quedaron con sus cosas. A mí me quieren hacer lo mismo. Puse candados, fierros, reforzamos las entradas, y aún así siguen intentando entrar. Como le digo, ya me rociaron el ingreso con nafta dos veces, y los vecinos evitaron que prendieran fuego", relata Virginia, para quien los delincuentes le tienen "bronca" porque no han podido desvalijarla.
"Ya no sé qué hacer. Hasta se me cruzó la idea de ir a la villa a hablar con los padres de esos chicos. Pero la Policía me lo desaconseja, dice que no es buena idea. Entonces parece que lo único que me queda es vivir con miedo", se apena.
Harta de esta situación, la almacenera decidió contar su historia a la prensa "para ver si así cambian las cosas".