Por Matías Candoli.
Hacía falta un triunfo así. Que sea indiscutido, que desde afuera, los hinchas griten de alegría. Que se desgañiten con el “Oleee”, que las palmas queden rojas de tanto aplaudir.
Y porque este Instituto que arrancó con dudas en la B Nacional, las disipó con un 3-1 inapelable ante este Ferro que siempre complicó. Olego, de penal en el cierre abrió el marcador. Aumentó Mainero a los 9 del complemento y Blanco, otra vez desde los 12 pasos, marcó el tercero.
En las primeras maniobras del partido, fue Ferro el que estaba bien parado en cancha. Affranchino y Luján por las bandas preocupaban a los locales. Alguna llegada de Sánchez, el volante central del Verdolaga certificaban el mejor momento visitante.
Pasaron bastantes minutos de tenencia de Ferro en campo rival hasta que Instituto empezó a jugar. Blanco era buscado con más frecuencia por sus compañeros y renacía la esperanza. En los pies de Bonacorso, con un tiro desde afuera que pasó cerca y en los del 10 que, con una avidada quedó frente al arquero Bailo que le tapó el gol. Con ese par de jugadas, se levantó el público que en buen número llegó al Monumental a alentar al Albirrojo.
Pero lo que se generó en esos momentos cuando promediaba el primer tiempo, no fue constante y se terminó diluyendo aunque, desde las tribunas, a Instituto se lo notaba con confianza y, aunque no le salieran las cosas, trataba de generarle peligro al arco visitante.
Sobre el final de la primera mitad, una pelota que fue de izquierda a derecha terminó con la mano de Luján en el área de Ferro. El árbitro Germán Méndez Cedro no dudó y marcó el punto del penal. Y Olego, en la última acción antes del descanso, desató el festejo de todo Instituto.
En el inicio del complemento, y ante la aparición de más espacios ya que Ferro empezó a atacar con más gente, se vio lo mejor. Adentro y afuera de la cancha. Con un equipo que empezó a manejar con autoridad el partido y que logró la tranquilidad, a los 9, del complemento con un cabezazo de Mainero que mandó a la red un buen centro del Bonacorso. Si el final del primer tiempo fue fiesta, el segundo gol y la buena actuación del equipo encendió la alegría albirroja.
Y ni qué hablar cuando, a los 27, Ricardo Blanco de penal con un zurdazo bárbaro bajó la persiana al partido poniendo el 3-0 ante Ferro, uno de los rivales que, en los últimos años se transformó en una especie de clásico.
El descuento de Guillermo Vernetti fue anecdótico y, a pesar del error del arquero Hoyos, no empañó la buena actuación del equipo de Gabriel Gómez. Y la victoria final desató la sonrisa en la cara de los hinchas que se fueron a sus casas festejando un triunfo que los ilusiona en esta dura B Nacional.