El coronavirus llegó para cambiar una gran cantidad de hábitos en las personas, para bien y para mal. Una de las más preocupantes tendencias que creció en el último tiempo es la de padres evitando los hospitales y como consecuencia no llevando a sus hijos a vacunar.
La encargada de brindar este preocupante dato es María Teresa Rosanova, a jefa clínica del Servicio de Infectología del hospital Garrahan, quien fue expositora en un ateneo realizado por el Comité de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría, filial Córdoba.
Además, la especialista habló de las posibilidades de que los más pequeños retornen a los colegios para tener clases presenciales y también de cómo los afecta el Covid-19.
-¿Por qué los niños se infectan menos que los adultos?
-En nuestro hospital, alrededor del 80 por ciento desarrolla cuadros leves. Se cree que puede ser porque los chicos tienen un menor número y más inmadurez de los receptores que el virus requiere para unirse a las células, entrar, invadir y provocar una infección grave. Para que el virus pueda entrar al organismo, necesita unirse a las células respiratorias y a partir de ahí, replicarse. Lo hace a través de un receptor. Parece que, en los niños, esos receptores estarían pero en un número menor, o serían más inmaduros. Entonces esto hacer que el virus no se pueda unir a las células respiratorias y multiplicar con tanta potencia como lo hace en la población adulta.
La otra explicación es que los chicos ya pasaron por otras infecciones respiratorias y parecería que, en forma indirecta, eso los protegería frente a este virus.
Finalmente, los niños tienen menos patologías de base, en comparación con los adultos, como daños en los pulmones por causa del cigarrillo. Además, de diabetes e hipertensión arterial, que son enfermedades más frecuentes en los adultos. Por eso se creería que los chicos se infectan menos y tendrían una forma de presentación más leve.
-En un momento se pensó que los chicos iban a ser los grandes dispersores del virus.
-Parecería que no son los grandes dispersores. Al principio se pensó que ellos iban a contagiar a los padres. Sin embargo, el 80 por ciento de los chicos que se internan se contagiaron de un adulto. Pero todo eso está en discusión y hay dos corrientes. Una que dice que lo chicos tienen altas cargas virales, sobre todo, los más grandes. Pero su potencial de transmisión no se conoce totalmente. Por otra parte, una publicación de la revista científica New England se titula: “Los chicos no son culpables”. Yo como pediatra, también los defiendo porque no me parece que sean el foco más importante en esta pandemia. Pero también tenemos que pensar que, en estas condiciones, en la que los chicos no están yendo al colegio o no están interactuando, estamos viendo una situación fuera de lo habitual. No podemos saber qué pasaría si estuvieran en clases.
-¿Podría pensarse en un retorno a clases en este momento tan álgido de la pandemia?
-Tendríamos que verlo. Tal vez, con buenos protocolos, el riesgo sería bajo. Se puede pensar en clases al aire libre, a provechando que los días están lindos, con barbijo y distanciamiento social. Los chicos llevan meses en sus casas, sin contacto con sus compañeros. Pienso en aquellos que terminan la primaria o la secundaria. Creo que hay que hacer un balance entre los riesgos y los beneficios. Es controvertido. Hay defensores acérrimos en que los chicos vuelvan a clases. Otros que no. Yo estaría en un punto intermedio. Arrancaría con protocolos estrictos y ver qué pasa. Porque siempre hay tiempo de volver atrás.
-¿Presentan síntomas distintos?
-El 60 por ciento de nuestros pacientes presentaron fiebre. También son frecuentes los catarros de las vías superiores y dolor de garganta. Veíamos síntomas gastrointestinales, y por eso insistimos mucho en que el Ministerio de Salud de la Nación los incluya dentro de la sospecha. Como diarrea y vómitos, que notamos en el 17 por ciento de los pacientes. La pérdida del gusto y el olfato, en los más grandes, que quizás lo puedan identificar. Los cuadros dermatológicos se ven el 5 por ciento. Pueden aparecer rush, máculas, vesículas, lesiones más o menos elevadas.
-Se abre la temporada del dengue ¿Puede haber riesgo de coinfección?
-Sí, y hay que estar atentos. Es muy probable que tengamos que hacer exámenes complementarios. La diferencia es que el dengue presenta fiebre pero no manifestaciones respiratorias. Si el chico tiene catarro, dificultad para respirar o dolor de garganta, ahí el dengue se aleja. Por el momento no se conoce si la coexistencia entre ambos virus empeora el cuadro clínico.
-¿Con qué otros gérmenes puede coexistir?
-Nosotros hemos visto pacientes que tenían Sars-cov-2 y otras bacterias y hongos. Puede ser frecuente la coinfección con aspergillus, un hongo que es más frecuente en los adultos. Y vimos muchas coinfecciones con tuberculosis. También tuvimos una niña de 5 meses, sin controles de niño sano y sin vacunar, que tuvo meningitis por haemophilus influenzae. Fue muy triste porque quedó con secuelas terribles, como hacía muchos años no veíamos. No siempre nos tenemos que quedar tranquilos con el diagnóstico de Covid-19. Hay que descartar la presencia de otros virus o bacterias.
Tendencia preocupante
-¿Están notando una baja en los controles y vacunación de niños?
-Sí y es preocupante. Las coberturas de vacunación están bajando en forma estrepitosa. Por miedo a los contagios, la gente no va a los controles y tampoco lleva a los niños a vacunar. Enfermedades que antes era muy raro ver, como meningitis por haemophilus, ahora se ven. También tardan en consultar. Vimos un niño con cuadros de abdomen agudo y peritonitis avanzada, porque se demoró la consulta. Eso es un gran peligro. En el sistema de salud, están todos los protocolos. Hay circuitos de atenciones diferenciadas y en la guardia, las personas con síntomas son apartados. La gente debe saber que los centros de salud toman todos los recaudos para evitar que se contagien.
-¿Qué es el síndrome multisistémico?
-Es una reacción inflamatoria del organismo frente al virus que se da en menores de 21 años. El cuerpo reacciona en forma desmesurada frente a la agresión del virus. Afecta muchos órganos y sistemas. Puede dar fiebre prolongada, erupciones, daño gastro-intestinal, cardíacos, renales y hepáticos. Es muy importante sospecharlo para tratarlo con gammaglobulina o, de ser necesario, corticoides.
-¿En qué pacientes se presenta?
-En la mayoría de los casos, son pacientes que ya tuvieron el Sars-cov-2. Aparece semanas después de haberlo padecido o con contactos estrechos con un familiar. A veces no te das cuenta por el hisopado, sino por la serología. Eso es un indicador de que fue una enfermedad pasada. En los adultos, genera una tormenta de citoquinas, una reacción exagerada frente al virus. Pero, en general, lo hace en el mismo momento en el que se infecta. No después, como los chicos, que hacen un síndrome después de la infección.
-¿Tenían enfermedades previas?
-No. La mayoría no presentaba antecedentes.
Por Natalia Lazzarini.
Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.