Por Alejo Gómez.
Erica Soria (22) escuchó unos gritos y pensó que su hermana Claudia y el exnovio se habían peleado. La vio salir tambaleándose, con la ropa con sangre, y supo que la cosa era más grave. "No puedo respirar, Erica. Ayudame por favor, ayudame, no me dejes morir", le dijo su hermana en brazos. "Tranquila, hermana, ya llegan para ayudarnos, tranquila", le repitió ella, mientras con una mano marcaba el celular de su madre y con la otra le hacía gestos a un patrullero para que detuviera al asesino, que había tirado el cuchillo y escapaba corriendo.
El de Claudia Soria (20) fue el femicidio número 14 en Córdoba en lo que va del año. En la tarde del domingo 27 de agosto, la joven, madre de un niño de 3, fue apuñalada varias veces en el vientre por Maico Cejas (20), de quien se había separado nueve días antes tras una relación de tres años.
La joven murió al día siguiente en el Hospital Aurelio Crespo de Cruz del Eje. Cejas fue arrestado prácticamente "in fraganti" y quedó imputado por el fiscal Raimundo Barrera por femicidio, que contempla la prisión perpetua.
Villa de Soto, con unos 10 mil habitantes, quedó atravesada por otro de los tantos episodios de violencia de género. La familia Soria no puede creer que el vínculo entre Claudia y Maico, quienes se conocían desde la primaria y convivieron un largo tiempo, haya terminado de esa manera: con él agarrando un cuchillo de cocina y apuñalándola tantas veces, después de que ella le dijera que no iba a continuar con la relación.
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La investigación policial está cerrada: Maico fue atrapado segundos después del femicidio, y testigo de ello, además de los policías que lo detuvieron, fue Erica Soria, quien tomaba mate con ella cuando se produjo el ataque.
"Cejas fue detenido a los minutos de haber cometido el hecho por la denuncia que realizó la hermana de la víctima”, explicaron el fiscal Barrera y el jefe de la Departamental Cruz del Eje, Rubén Turri.
Erica accedió a contarle a Día a Día cómo fue todo.
Los últimos momentos. "El domingo a la tarde tomábamos mate con mi hermana. Nos acompañaban nuestros hijos, que por cierto presenciaron todo y ahora están traumados. Debemos buscarles ayuda psicológica porque lloran todo el tiempo, vieron cómo mataban a Claudia.
"Mi hermana vivió con Maico hasta el 18 de agosto. Ese día nos llamó por teléfono y nos dijo que la fuéramos a buscar porque él le había pegado y había amenazado con matarla. Así que fuimos para allá, la trajimos a lo de mi mamá y desde entonces no quiso saber más nada con él.
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"Pero Maico insistía. La noche anterior al crimen se apareció por la casa de mi mamá. Estaba tomado. Le dijo que quería volver, pero Claudia no aceptó. Jamás imaginamos que era capaz de algo así.
"Al día siguiente tomábamos mate. Yo estaba con mi nene de 12 años y Claudia, con el suyo de 3. En eso entró de golpe Maico. Vino hasta donde estábamos nosotras y le dijo a Claudia que quería hablar con ella. Pero ella le dijo que no quería, así que las dos salimos a tomar el mate en la vereda. Maico quedó adentro.
"Nos sentamos. Claudia se paró y encaró a la casa. Le pregunté adónde iba. 'Voy a sacarlo, que se vaya de nuestra casa', me dijo. 'Dejalo, en un rato viene mamá y lo va a sacar ella', le dije. Entró igual. No pasaron dos minutos que empecé a escuchar sus gritos: '¡Erica ayudame por favor, Erica, Erica!', gritaba. Me levanté y fui corriendo para allá.
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"De la casa veo que sale Maico con el cuchillo en la mano. Lo tenía con las dos manos y apuntaba a su pecho, como si se lo fuera a clavar. Le grité qué estaba haciendo, que soltara ese cuchillo, y él me miró y lo tiró al suelo. Empezó a correr.
"Detrás salió mi hermana. Tambaleaba. Yo pensé que él le había pegado, pero en ese momento le vi cortes en los brazos y las manos. La sujeté, ella cayó al suelo y me dijo 'por favor no me dejes morir, Erica. Por favor no me dejes'. Yo traté de tranquilizarla. Le levanté la remera y vi que tenía muchas heridas.
"Justo pasaba un patrullero y le hice señas. Les conté que el asesino estaba como a una cuadra y salieron a buscarlo. Antes de eso pidieron una ambulancia que llegó a los 5 minutos. Fui con mi hermana al hospital. Ella repetía que no podía respirar. Fue la última vez que la vi".
"Se nos fue". Claudia entró en el Hospital Aurelio Crespo a las 19 del domingo. La llevaron derecho al quirófano para una intervención de tres horas. Los médicos dijeron a la familia que había perdido mucha sangre y que necesitaban dadores urgente.
Los Soria hicieron los llamados necesarios y en la madrugada siguiente se presentaron en grupo a donar. Los recibió una médica, los llevó aparte y les dijo que ya no se podía hacer nada: "Claudia se nos fue". Fue enterrada en el cementerio de Soto, y su nombre se sumó a la lista negra de las víctimas de la violencia de género.
Su hijo vive ahora con la abuela. La familia de Claudia se divide entre el duelo, la búsqueda de ayuda profesional para los niños y el reclamo de justicia: "Que ese asesino pague por lo que hizo. Que se haga cargo de nuestro sufrimiento", pidió Erica.