Navegar en crucero ya sea por trabajo o por placer puede ser uno de los grandes sueños de las personas y si es por la Polinesia Francesa, mejor. Aunque en plena crisis por los contagios de coronavirus COVID-19 en todo el mundo, ese sueño se puede transformar en una pesadilla.
La cordobesa Jimena Martinez, trabaja a bordo del crucero Oceania Regatta, y si bien no está viviendo una pesadilla, sí le toca vivir momentos de incertidubre y en diálogo con Vía Córdoba relató su situación.
La joven de 26 años se encuentra trabajando en esta embarcación desde hace cuatro meses, el contrato era por seis. En plena navegación se enteraron de todo lo que estaba sucediendo en el mundo por causa del coronavirus.
"Nos enteramos porque hay otros barcos de la misma naviera que tenian como destino Asia. Esos barcos fueron relocalizados mucho antes que nosotros, sus tripulantes fueron enviados a casa. Nos enteramos de un dia para el otro", contó Jimena sobre cómo se enteraron de la situación sanitaria.
Este crucero tenía un recorrido que iba de Papeete, capital de la Polinesa Francesa y pasaba por Moreea, Fakarava, Nuku Hiva, Rangiroa, Bora Bora, Raiatea y retornaba a Papeete.
"Se suponia que teniamos que estar en la Polinesia Francesa hasta abril pero en medio del crucero, de camino a Bora Bora, nos informan que cancelan toda entrada de cruceros a la Polinesia porque ya habían registrado casos de Coronona en las islas", aseguró la joven cordobesa.
Es aquí donde comenzó uno de los grandes dramas de los poco más de 380 tripulantes que están a bordo del barco y la incertidumbre comenzó a apoderarse de la situación.
Luego de enterarse de que se cerraban los puertos, el crucero fue redirigido a Tahiti. Allí permanecieron durante tres días para poder desembarcar a los pasajeros.
"Zarpamos de Tahiti el 15/3 y desde entonces estamos en el mar. Llegamos ayer (por este lunes) a las afueras de Honolulu, Hawaii, pero no nos dejan atracar en puerto hasta el 29/3 para cumplir con la cuarentena obligatoria", expresó Jimena.
Y agregó: "Lo vivimos llenos de incertidumbre. No sabemos cuándo llegamos a tierra, si nos mandan a casa o no, si pagan salarios o no y hasta cuándo, tampoco sabemos si nos van a respetar los próximos contratos o qué va a pasar".
Al ser consultada por si la empresa les informó cuánto tiempo van a estar varados o qué sucederá a futuro, respondió: "No, no sabemos. Acá se vive día a día".
Vivir a bordo de un crucero a la deriva
Esas jornadas los tripulantes las pasan entre protocolos de sanitización y reuniones de no más de cuatro personas, si perciben que son más, los separan.
Una vez que se enteraron de la situación que se vivía a nivel mundial la empresa decidió aplicar un "protocolo de sanitizacion extrema que tienen para casos de enfermedades masivas como las gastroenteritis y las gripes", explicó la joven.
"Todos comemos con guantes, alcohol el gel por todos lados, quimicos para limpiar puertas, ventanas y todo lo que la gente toca cada 30 minutos. Gracias a eso estamos todos bien", aseguró Jimena que también remarcó que no hay casos confirmados ni sospechosos de coronavirus.
A su vez remarcó que: "Acá se nos mantiene ocupados. Los jefes buscan cosas para que la gente este ocupada y no se desanime. Los primeros dias nos dejaron usar la pileta de huespedes, despues la desagotaron y ahora solo podemos usar para tomar sol".
Vale aclarar que los tripulantes tienen prohibido ir al área de huéspedes en condiciones normales excepto que tengan que cumplir con alguna tarea laboral.
"Tambien abrieron el gimnasio de los huespedes para todos, abrieron el bar al lado de la pileta en vez del que normalmente usabamos nosotros. Tenemos internet gratis", concluyó.
Por el momento solo les queda esperar a que pase la cuarentena, les permitan desembarcar en algún sitio y de allí esperar a ser informados para los pasos a seguir. Pero éste es el drama que le toca vivir a una cordobesa en el medio del mar.