Por Alejo Gómez.
Te despertás un día y sos otra persona. Te enterás de que tus padres no son tus padres, de que tu nombre quizá no sea tu nombre y de que tu vida debió haber sido otra vida. Así que vas a Abuelas de Plaza de Mayo, pero el ADN da negativo. No tiene nada que ver la dictadura. Seguís preguntando y te enterás de que naciste en una casa ambientada, presumiblemente, como una clínica clandestina. Que no sabés si tus padres biológicos viven, si saben que vos vivís, si a ellos les mintieron como a vos. Te despertás un día y no sabés nada. Así que te queda llorar lo necesario y buscar tu historia. Como hace Andrea.
Puede que te toque como Carolina, que sí descubrió la verdad, o al menos parte de la verdad: después de 32 años encontrás a tu mamá biológica, y ese fuego de identidad que tanto clamaba por hallarla no merma, crece furioso, y entonces necesitás saber más, arrancar a manotazos la telaraña y encontrarte con vos mismo.
Andrea Vuk y Carolina (su apellido se reserva) tienen miedo de lo que pueden encontrar. Pero van igual para adelante. Las dos nacieron en una casa de barrio Yofre, a manos de una partera de apellido Mattos, según consta en la partida de nacimiento. Andrea, anotada el 29 de mayo de 1976; Carolina, el 12 de abril de 1985.
Lo poco que saben después de eso es que fueron entregadas a apropiadores. En el caso de Carolina, sus apropiadores pagaron por ella. Andrea no está segura, pero sospecha que a ella tampoco la “regalaron”.
Ambas se conocieron en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (Delegación Córdoba), en Rivadavia 150, adonde llegaron cargando las inquietudes de su historia. Se contactaron con la psicóloga María Gracia Iglesias, quien desde hace años acompaña a "Hermanas del Alma", un numeroso grupo de mujeres que fueron entregadas ilegalmente por la partera Mafalda Journade (ya fallecida) en una clínica clandestina en General Paz, y que buscan su identidad.
Mucho se ha escrito y difundido sobre "Hermanas del Alma", y eso ayudó a que hombres y mujeres se acercaran al grupo buscando saber quiénes son, o aportando un dato que ayude a los otros.
El caso de Andrea y Carolina es nuevo: apenas en los últimos meses comenzaron una investigación personal para descubrir sus orígenes, por lo que no saben cuántas personas nacieron en esa casa de Yofre, quiénes integraban la presunta red de entrega, cómo funcionaba el nexo entre entregador y apropiador, qué papel tenía(n) la(s) partera(s). La teoría del iceberg: sólo se ve el 10 por ciento que asoma a la superficie.
Orígenes. "Hasta ahora son cuatro las mujeres que nacieron en esa casa de Yofre, y hay otras por confirmar. La investigación recién empieza: estamos buscando en otras instituciones estatales las partidas de nacimiento de Mattos", cuenta la psicóloga María Iglesias.
“Esto es nuevo: recién en 2014 se acercó la primera mujer nacida en Yofre, así que todavía no podemos aseverar si las personas apropiadas son un grupo pequeño o si hay algo mucho más grande, como en el caso de Journade”, explica.
En ese punto, destaca que Journade “era parte de una gran red” y que “en su vida no hizo otra cosa que no sea tráfico de menores”. “No podemos por ahora asegurar lo mismo de Mattos –aclara–. Pero sí aparece su firma al menos en cuatro partidas de nacimiento irregulares”.
Ester Damiani de Mattos fue noticia en febrero de 2008, cuando fue arrestada por Protección de las Personas por practicar un aborto en una casa de barrio Yapeyú. En el operativo fueron detenidos su esposo, Carlos Mattos, y otras dos mujeres llamadas Elvira Damiani y Norma Martínez. En la vivienda de calle 4 de Febrero al 2.000 secuestraron material quirúrgico.
La mujer, hoy de 70 años, negó en una reunión en la Secretaría de Derechos Humanos que ella haya entregado o vendido bebés, y adujo que le robaron los sellos. “Pero las partidas de nacimiento llevan su firma”, apunta Iglesias.
Y resalta que “en aquella época, Mattos trabajaba en el centro maternal ‘Gota de leche’ (actualmente, el dispensario n° 5 de Yofre Norte) donde hacía controles a embarazadas, por lo general de familias humildes, y a la hora del parto debía derivarlas a un hospital”. “Nosotras queremos saber si a algunas mujeres las hizo parir directamente en su casa”, destaca.
“No queremos juzgar a nadie. Lo que nos interesa es conocer los orígenes de las personas que nacieron en esa casa”, insiste.
Andrea. Mi partida de nacimiento dice que me llamo Andrea Vuk y que soy de mayo del '76. No soy adoptada, soy apropiada. Toda la vida tuve una sensación… no sé, como que miraba a mis padres y me sentía tan distinta a ellos. Una vez iba en colectivo y vi la publicidad de Abuelas. Me dije que tenía que ir.
Fue con la muerte de mi padre de crianza que entré en crisis (tuve ataques de pánico) y me propuse llegar a la verdad. Se profundizaron las diferencias y el desamor con mi madre. A los 27 años yo también fui mamá. Pasaban cosas raras con mi madre, como que no saludaba a su nieta para su cumpleaños. Yo sentía cada vez más que ella no era mi madre.
Una vez me enfermé. Bajé como 10 kilos, me internaron y los estudios dieron que no tenía nada. Era todo emocional. Empecé terapia y así surgió la idea de hacerme un ADN.
El 21 de julio del año pasado descubrí todo. Crucé a la casa de una vecina, amiga de mi familia, y le conté lo que me pasaba. “Te merecés que te diga la verdad. No sos hija de tus padres”, soltó. Ahí se me vino el mundo abajo. Sentí que me iba a morir; durante un mes tuve mareos, todo me daba vueltas de un modo desgarrador. Y a la vez sentí alivio al saber que no era hija de mi madre.
Poco después la senté y la encaré: “¿Nunca pensabas decirme la verdad?” Ella se puso pálida y se desplomó. Me contó que me buscaron en Yofre una noche. Que fue mi padre de crianza el que dijo “hay que buscar a la nena”, y que lo hizo en la casa de Mattos. Dijo que no se acordaba más.
A los tres días fui a Abuelas; el análisis me dio negativo. El 23 de enero de este año hice la denuncia en la Policía Federal. Durante cinco horas declaré con detalle, pero nadie de la Justicia me llamó. Acudí a Derechos Humanos de la Provincia y de la Nación.
Me comuniqué con Mattos y me reuní con ella; me negó todo. “Si tuviera un nombre te lo daría, mi amor”, me dijo. No le creo. Estamos hablando de sustracción de identidad: quiero saber de dónde vengo, qué pasó conmigo. Cerrar un círculo. No busco a mi mamá para reprocharle: la busco para agradecerle que me dio la vida.
Carolina. La historia de Carolina no puede ser narrada en primera persona. Ella pidió reservas y se cumplirán al pie de la letra. En su caso la historia es distinta, empezando porque el 28 de abril de este año encontró a su madre biológica, después de 32 años, y apenas está reconstruyendo su origen y reescribiendo su vida.
Cuando se enteró, se tomó un avión desde el exterior y regresó a Córdoba con su hija de 4 años. Viajó a un pueblo de la provincia y conoció a su madre, de 50 años.
“El encuentro fue un reencuentro; me sentí como si nos hubiéramos visto el día anterior. Me paralicé”, comparte.
Carolina acaba de destapar la olla: su descubrimiento es tan reciente que no sabe qué viene ahora. “Hice una regresión; volví a nacer. Estoy en tiempos de mi infancia, procesando todo, con la sensación del bebé que corre a la mamá para que no se vaya lejos", comparte.
A Carolina le dijeron que era adoptada cuando tenía 5 años. Se lo repitieron a los 8. Así que creció sabiendo parte de la historia, hasta que fue mamá y sintió la necesidad de saberla toda. Por su hija y por ella.
“Mis padres de crianza me contaron todo: una noche fueron a una casa, pagaron el parto y me llevaron. Mi partida de nacimiento también dice Mattos”, comparte. Los padres le dijeron que la entrega “fue muy personal” y que la casa “estaba muy bien equipada” para los partos.
Hace dos años, Carolina se mudó al exterior por el trabajo de su marido. Desde allá siguió hurgando que se enteró de que una tía de crianza tenía datos de su familia biológica. Fue así que llegó al teléfono de su madre biológica y le mandó un WhatsApp.
“Al principio negó ser mi madre, pero luego me dijo que sí. Debe haber sido muy fuerte. Lo más loco es que al encontrar a mi mamá se despertó en mí una enorme vocación de ayudar a otros en la búsqueda. Estoy descubriendo mi personalidad, mi historia, y quiero que otros lo hagan”.
Dónde contactarse.
En la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (Delegación Córdoba), en Rivadavia 150, primer piso. En el Facebook de
(celular 0351 157538725) ó de
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