Pinches cabrones: Las mil y una formas para no dejarte sentar ahí

Puntas, púas, vallas, rejas de formas poco convencionales estrategias made in Córdoba para repeler a los sentadores compulsivos.

Pinches cabrones: Las mil y una formas para no dejarte sentar ahí
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Por Pablo Petovel

No son estéticos; de hecho, sobresalen de las construcciones y afean todos los sitios que ocupan. Tampoco son baratos; es lógico, son de hierro, que es caro, y como hay que hacerlos a medida, se encarecen con la mano de obra. Los pinches casi no se ven, pero están ahí, por todos lados y, aunque responden a diferentes problemas, tienen un solo objetivo: repeler a los “sentadores” compulsivos.

Hay tres grandes grupos de pinches: los que ponen los dueños de edificios, los que instalan los comerciantes y, una novedad, los que está colocando la Municipalidad en los canteros de la Peatonal 9 de Julio.

“Alquilé el local, lo abrí y a la semana tuve que llamar a un herrero para hacer esas puntas”, contó a Día a Día Cristian Martínez, dueño de una mueblería justo al frente del Pediátrico, donde se cansó de “renegar” (al verbo lo repitió varias veces) con la gente que se sentaba en la verja e impedía que potenciales clientes vieran su vidriera. “El problema” de Cristian es que a esa altura de Castro Barros paran 12 líneas de colectivos, y “la gente busca sentarse donde sea y como sea”, explicó.

“Las puse y lo mismo sigo peleando porque le buscan la vuelta y se sientan igual. Dejan de todo: papeles, cáscaras de fruta, hasta pañales”, lamentó el comerciante, que comparte el problema con la zapatería del lado, que colocó pinches con un diseño similar.

El otro grupo de los grandes instaladores de pinches son los edificios. En Nueva Córdoba está repleto, aunque en este caso el problema no son las personas que esperan colectivos, sino “los que toman cerveza en las veredas” y “los que buscan un lugar para dormir”, según Julio, el portero de un edificio de calle Rondeau.

DISTINTAS MIRADAS

Para Teresita Álvarez, titular de la cátedra de Arquitectura Paisajista de la UNC, “esas piezas, elementos o vallas tienen que ver con poner límites y responden a distintas miradas del espacio público”. Según la catedrática, también hay que analizar qué se busca con colocar ese tipo de elementos. “En algunos casos es para preservar el patrimonio, que se vería afectado por gente instalada; en el caso de los comerciantes, persiguen otra cosa. La clave es la educación y de cómo repensamos el uso del mobiliario urbano”, analizó.

Respecto de la colocación o no de pinches, Álvarez entiende que “a esta problemática hay que enfrentarla desde distintos lugares: urbanistas, arquitectos, diseñadores y usuarios”.

Rejas en los canteros de la peatonal

Además de los “pinches privados” que colocan comerciantes y dueños de edificios, la renovación del área central incluye unas muy particulares rejas que se están poniendo en los tradicionales canteros.

El objetivo sería el de proteger a las enredaderas, sin embargo, en paralelo, claramente se busca evitar que la gente se siente.

El renovado agregado de los canteros parece más una “huida hacia adelante” en lugar de una solución al problema.

¿Cuál es el problema? No hay suficientes espacios en el área céntrica donde la gente pueda descansar, relajarse, dejar sus bolsos unos minutos o simplemente tomar un helado en verano o comer praliné en invierno.