Argentina es el país con mayor número de mascotas por habitante. El 80 por ciento de los argentinos tiene al menos un animal doméstico en su casa, y la cosa se reparte casi proporcionalmente entre perros y gatos.
Aunque históricamente los canes tuvieron siempre más hinchada, en los últimos años creció la tendencia a adoptar mininos. Estos particulares bichos tienen fama de solitarios y más tranquilos. Aunque también tienen un sinfín de características que quizá no todos conocen.
El Top Ten
1. Es un excelente escalador
Una de las facetas más particulares de los gatos es la territorialidad. Y para tener todo bajo control, se valen de su elasticidad y agilidad. Su territorio lo tienen bien controlado y lo hacen desde lo más alto: mesas, respaldos de sofá, muebles. Sin embargo, esta habilidad suele jugarles en contra, sobre todo cuando se topan con un árbol demasiado alto del cual no pueden bajar, o se caen de alguna terraza o baranda.
2. Sabe elegir muy bien
Los gatos tienen un excelente radar para encontrar el lugar más cómodo. El más cálido en invierno, o el más fresco en verano. El rincón más tranquilo o el sofá más mullido. El gato viene equipado de serie para captar las ubicaciones más privilegiadas de la casa. Por supuesto, jamás va a ceder el territorio que conquistó.
3. Es un animal de costumbre
Como es territorial, y no cede su espacio, es más que obvio que los mininos no se llevan bien con las sorpresas. Cambiar los muebles de lugar, un nuevo integrante de la familia o visitas no suelen encajar con el carácter felino. Incluso, algunos se estresan mucho ante los cambios, conducta que responde a su naturaleza felina de querer tener controlado y estable su territorio al máximo.
4. Ama las trincheras
Cajas, bolsas, valijas, armarios, caños, pozos o debajo de los muebles suelen ser los espacios preferidos de los felinos. Ellos aman meterse en cualquier agujero. La fama de tener la curiosidad a flor de piel de los gatos y su instinto depredador responde a esta costumbre de inspeccionar cualquier recóndito lugar.
5. Detesta las puertas cerradas
Lo peor para un gato es toparse con una puerta cerrada. No tolera que eso sea así e insistirá en abrirla, aunque se le vaya la vida en eso. No es capricho ni excentricidad, es conducta felina. Simplemente le gusta tener todas las habitaciones de la casa controladas, y para eso debe tener onda verde.
6. Es mimoso, hasta ahí
El gato ama las caricias y los mimos, pero en su justa medida y sin agobiar. Pero, claro, es indomable pero no zonzo. Cuando necesite una dosis de cariño, lo hará saber con sus clásicos ronroneos.
7. Es un animal de un solo hombre
A pesar de su fama de independiente y desapegado, los gatos suelen elegir entre todos los miembros de la familia, incluidos otros animales, a su favorito, su leal amigo y compañero de juegos. El vínculo puede ser tan importante para el gato que si su compañero favorito desaparece de su vida puede deprimirse, dejar de comer y aislarse.
8. Se la banca solito
Los felinos son maestros en ocultar sus debilidades como forma de sobrevivir frente a sus adversarios. Aunque esté enfermo, sienta dolor o esté estresado, lo exteriorizará lo menos posible. Sólo las personas que conviven habitualmente con el gato podrán detectar sus cambios de comportamiento.
9. Es de apetito emocional
Un michifus aburrido o falto de interacción con sus dueños puede ahogar sus carencias en la comida. Si solicita alimento insistentemente, aunque ya lo tenga en su plato, probablemente esté pidiendo algo más. Lo que busca es atención, caricias, mimos o juegos.
10. No es ningún dormido
Los gatos tienen fama de dormilones, pero la mayor parte del tiempo están dormitando o se mantienen con un sueño ligero o en alerta. Un minino que parece profundamente dormido, en realidad está súper atento a los estímulos que le interesan.