Por Natalia Lazzarini
Son chicos que están en condiciones de irse del hospital a sus hogares, pero no pueden hacerlo porque, por diversos motivos, no están dadas las condiciones para ese regreso.
Referentes del área de Trabajo Social de los principales centros pediátricos de Córdoba advierten sobre el aumento de las llamadas “internaciones sociales”.
“Muchas veces demoramos el alta médica cuando los servicios de trabajo social confirman que el hogar de ese niño no cuenta con las condiciones para promover su recuperación. La mayoría de esos casos, son por problemas edilicios. En un niño con insuficiencia respiratoria, un techo de chapa o una pared sin revoque puede dificultar la mejora”, señaló Silvia Ferreyra, directora del Hospital Pediátrico del Niño Jesús.
Por su parte, Claudia Bilavcik, jefa del Servicio Social del Hospital de Niños, ejemplificó con otros casos: “Hace muy poco tuvimos a una familia que vivía en un cortadero de ladrillos. El niño podía regresar, siempre y cuando usara una mochila de oxígeno. Pero no pudo hacerlo porque su casa no estaba en condiciones”.
La especialista continuó con otros ejemplos: pacientes que son candidatos a trasplante renal, chicos que van a diálisis o aquellos que tienen fibrosis quística. No pueden volver si no están dadas las condiciones para la recuperación.
Bilavcik advirtió que la demanda actual en el hospital se parece a la de fines de los años ‘90. “No sólo atendemos al pobre estructural. También tenemos un aumento de familias que se quedan sin trabajo. O afiliados a obras sociales privadas que no consiguen cobertura o no les alcanza para pagar los medicamentos”.
En el caso del Hospital Neonatal, el panorama es más complejo. Muchas veces el regreso se demora cuando se comprueba que en la casa hay violencia familiar. O, lo que es más común, cuando la madre consume drogas y alcohol.
“Nos llama mucho la atención el incremento del consumo de sustancias psicoactivas en las embarazadas. Allí avisamos a la Secretaría del Niño, pero mientras tanto, demoramos el alta y dejamos al bebé internado”, explica Claudia Palomeque, jefa del Servicio Social de ese centro de salud.
Los hospitales públicos provinciales aportan en la ciudad de Córdoba entre 200 y 250 camas básicas de internación para niños y bebés. La mayor cantidad de unidades se encuentra en el Hospital de Niños (144 camas), seguido por el Pediátrico (31), Misericordia (14) y Florencio Díaz (10).
Durante la contingencia invernal, se incrementan alrededor de 50 camas, aunque el esfuerzo a veces no alcanza. La demanda de internación crece un 40 por ciento de mayo a agosto. En este contexto, cualquier demora en el alta puede llegar a complicar.
¿Qué se hace en estos casos? Primero, se acude a un familiar cercano, y entonces el niño queda en la casa de un abuelo o tío. También se alerta a Desarrollo Social y, en caso de violencia familiar, también a la Senaf.
Bilavcik advirtió que no existen en Córdoba dispositivos intermedios que permitan albergar a niños con tratamientos prolongados y a sus familias. “Los más vulnerables, víctimas de una pobreza estructural, llegan desmejorados porque no fueron contenidos por el primer nivel. Terminan internados en un hospital de alta complejidad, porque tampoco existe un centro de salud de nivel intermedio”.
Por su parte, el secretario de Salud de la Municipalidad de Córdoba, Gabriel Acevedo, agregó: “En algunos casos se demora el alta, especialmente en pacientes que vienen del interior, aunque no se dan con frecuencia. Son chiquitos con enfermedades crónicas que no tienen en sus domicilios las condiciones edilicias o el respaldo familiar suficiente”.
También en estos casos se recurre a un abuelo o tío. O se informa a Desarrollo Social. En casos extremos, como el de violencia familiar o abandono, a la Senaf.
Los especialistas coinciden en que primero es preciso acudir a las redes primarias del niño. Una vez que se agota en la familia, recurrir al dispensario más cercano o a su municipio. Es imperioso, aseguran, la existencia de un nivel intermedio de internación y más residencias para las familias que vienen desde lejos.
El año pasado, se hizo pública la historia de Efraín Álvarez, un bebé que nació con 29 semanas de gestación y apenas 1,6 kilogramo.
El niño recién pudo regresar a su casa en barrio Marques Anexo, cuando el papá terminó de revocar las paredes y cambió el techo de chapa por uno de material. Mientras tanto, estuvo internado en la terapia del Neonatal.