La entrerriana que vive en el edificio del Museo de San Martín en Francia

Paula Retamar es oriunda de Villaguay y acompaña a su esposo, el Suboficial Mayor Carlos Gómez, quien tiene la tarea de conservar y dirigir el museo, que se encuentra en el lugar donde vivió el Libertador durante los dos años de su residencia en el país europeo hasta su muerte.

La entrerriana que vive en el edificio del Museo de San Martín en Francia
La pareja destinada en Francia

La figura de San Martín es sin dudas una de las más atrapantes y veneradas por todos los argentinos y latinoamericanos, no solo por que su compromiso y labor para alcanzar la independencia sino también por las enseñanzas que dejó y que se fueron pasando de generación en generación. En relación a esta historia, hay una entrerriana que todos los días despierta en el último piso del edificio donde el Libertador vivió sus últimos años de vida y donde hoy funciona un museo en su memoria.

Paula Retamar es oriunda de Villaguay y actualmente acompaña a su esposo, el Suboficial Mayor Carlos Gómez quien tiene la tarea de conservar y dirigir el museo de San Martín. “Mi esposo estudió la carrera militar en la Escuela Sargento Cabral, es Suboficial Mayor y nos conocimos cuando llegó a Villaguay hace muchos años, con el Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 5 ‘Félix de Olazábal’. Nos casamos y tuvimos dos hijas, después él se fue a Buenos Aires, luego lo destinaron a lguazú. Hasta allí viajamos en el año 1999, donde estuvimos hasta el 2019. Esto de venir a Francia surgió como un proyecto familiar. En el 2001 me dijo que le gustaría rendir para ir a trabajar al exterior en una embajada. Pasaron muchísimos años, porque recién en 2017 rindió y aprobó. En un principio le habían dicho que se iba a ir a otro lugar porque eso se conforma de acuerdo a puntajes y vacantes . Al año siguiente le comunicaron que lo destinaban a Boulogne Sur Mer, al Museo de San Martín, y estamos acá desde octubre de 2019″, contó la entrerriana en una entrevista a ElPueblo publicada por Diario Villaguay Web.

El museo resguarda valiosos objetos de la vida de San Martín
El museo resguarda valiosos objetos de la vida de San Martín

Custodiar la memoria de toda una nación

Consultada acerca de la labor de su esposo en el país europeo, Paula explicó que “Carlos es el conservador y quien está a cargo del museo, que se encuentra en el edificio donde vivió el libertador durante los dos años de su residencia en este país hasta su muerte. El es responsable de recibir a la gente, de mostrarle todo lo que hay, y de contarle la historia de San Martín en Francia. Lo más importante está en el segundo piso que era el lugar donde él alquilaba junto a su familia y tiene tres habitaciones. El museo posee cosas muy valiosas desde lo sentimental para todos los argentinos. En la recorrida, a los visitantes se les muestra cómo era su vida en esta ciudad, donde comía, donde leía, la cama en la cual murió, el reloj que según cuenta la historia se detuvo a la hora exacta en la cual él falleció”.

Paula reconoce además que “en Boulogne Sur Mer San Martín es una personalidad muy conocida, hay una enorme estatua en su conmemoración y existe plena conciencia de que fue una figura muy importante para Argentina, Sudamérica y el mundo”.

El proyecto familiar

El museo está en pleno centro de la ciudad, en la calle principal; Paula y Carlos viven en el último piso del edificio. Si bien viajaron solos, tienen a su hija Betina de 27 años y a Selene de 23, además de Ignacio, su nieto que pronto cumplirá 4 años. También está Jimena, “hija de Carlos, quien está perfectamente integrada a nuestra familia aunque nunca vivió con nosotros”, cuenta Paula.

“Las chicas no viajaron, se quedaron en lguazú, porque cada una ya tiene su familia y su trabajo. En Misiones soy docente, enseño peluquería en una escuela pública de adultos y también me desempeño como preceptora en dos establecimientos educativos. Carlos está destinado acá por dos años, que es el período en el cual se renueva el cargo y vendrá otra persona a encargarse del museo, que funciona desde 1934″, detalla la entrerriana en relación a los planes familiares.

El cambio más notorio de Paula en Francia fue el clima, en tal sentido dice que “hace mucho frío, quizás porque me acostumbré a vivir con 35º de calor en lguazú, así que el cambio fue bastante traumático, porque acá por ejemplo, estamos en pleno invierno y la semana pasada tuvimos -14º; el verano es muy cortito. Al principio paseamos y conocimos otros lugares. Cuando llegamos lo hicimos a París y después vinimos en tren a Boulogne Sur Mer, que está a 300 km de la capital”.

Paula y Carlos viven en el último piso del edificio donde funciona el museo
Paula y Carlos viven en el último piso del edificio donde funciona el museo

El idioma

Carlos debió estudiar francés de manera intensa durante un año y medio antes de viajar para poder asumir su nueva tarea. Paula, en cambio, tomó clases particulares sólo dos veces a la semana. “Algo me acordaba de cuando lo estudié durante cinco años en la secundaria en el Martiniano Leguizamón, sobre todo la pronunciación, que es lo más difícil. Recuerdo que en plena adolescencia me preguntaba cuándo voy a hablar yo francés y con quién en Villaguay”, recuerda entre risas Paula.

“Nunca fuimos una familia con dinero, cuando yo vivía en Villaguay con mis padres una sola vez fuimos de vacaciones (a Chajarí). Después íbamos a Buenos Aires a ver a mi abuela o a Santa Fe, pero no conocíamos otros lugares. Luego tuve la oportunidad de ir a Río de Janeiro. Obviamente en mi niñez y adolescencia nunca habíamos salido del país, entonces yo no le veía ningún futuro al hecho de aprender ese idioma. Pero tuve una excelente profesora, María Elena Valles, que nos enseñaba como sí algún día íbamos a viajar a Francia y eso me sirvió muchísimo, porque cuando tuve que volver a estudiar me acordaba de un montón de cosas. Cuando llegamos, lo que había aprendido me servía para hacer las compras pero no podía hablar fluidamente y entonces decidí estudiar un poco”, contó Paula.

Consultada acerca de que si extraña su país, la entrerriana cuenta que “al principio sí extrañaba mucho a mis hijas y a mi nieto, pero de ninguna manera mi casa. Con las facilidades que hoy nos brinda la tecnología podemos hacer videollamadas todos los días. Cuando el nene nos veía pensaba que estábamos cerquita y quería venir. ‘Vamos con la abuela’, decía y eso me partía el alma. A pesar de que planeamos el viaje con bastante anticipación, con muchísimas expectativas e ilusiones y sabíamos a lo que veníamos, a medida que se acercaba la fecha surgieron la incertidumbre, los miedos y las dudas, porque se viene a lo desconocido”, reconoce.

“Hoy puedo decir que fue la mejor decisión que pudimos tomar. En algún momento, una de mis hijas me dijo ‘¿Por qué se van? Todos vamos a sufrir’. Yo le contesté que era una oportunidad única y que si fuese al revés, ella también la hubiese tomado, porque cuánta gente lo desea y no lo puede conseguir nunca en toda la vida. Le dije que el papá y yo lo habíamos logrado y por qué no lo íbamos a aprovechar. Pienso que por más miedo que tenga, yo siempre prefiero ser valiente, en todo caso arrepentirme por haberlo hecho pero no quedarme con la duda de cómo hubiese sido”, expresa finalmente Paula.