En 1943, Ernesto Sábato era un joven físico que había renunciado a sus cátedras en la Universidad de La Plata y en el Laboratorio Curie de París.
Buscando un cambio radical en su vida, se trasladó con su mujer Matilde y su hijo mayor Jorge al paraje El Pantanillo, ubicado a escasos kilómetros de Villa Carlos Paz. Allí lo esperaba su amigo, el cineasta Federico Valle, quien le alquiló por diecisiete pesos anuales el rancho La Tapera, una modesta vivienda sin luz ni agua corriente.
En ese lugar inhóspito, rodeado de naturaleza y silencio, Sábato se dedicó a escribir su primer libro: “Uno y el universo”, una colección de ensayos que abordan temas como la ciencia, la literatura, la política y la religión. El libro fue publicado en 1945 por la editorial Losada y marcó el inicio de su carrera literaria, que lo consagraría como uno de los más grandes escritores argentinos de todos los tiempos.
SÁBATO Y SUS DÍAS EN EL PANTANILLO
Sábato recordó aquel año en El Pantanillo en una carta con fecha de 1988. En ella, describió a Valle como “un viejo encantador” y a Carlos Paz como “un pueblito, que nada tenía que ver con lo que es hoy”.
También relató las dificultades que tuvo para abandonar su carrera de físico y las visitas que recibió de otros intelectuales, como Cayetano Córdova Iturburu, Celia de la Serna (la madre del Che Guevara) y Lorenzo Binimelis.
La carta forma parte del archivo personal de Sábato, que fue donado por su familia a la Biblioteca Nacional en 2012. Allí se conservan también otros documentos, fotografías, libros y objetos que testimonian la vida y la obra del autor de “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abaddón el exterminador”.
La historia de Sábato y Valle en Villa Carlos Paz es un capítulo poco conocido pero fascinante de la cultura argentina. Un capítulo que revela cómo dos hombres decidieron alejarse del mundo para dedicarse a su pasión por las letras. Un capítulo que merece ser recordado y valorado.