El rescate de este cachorro de puma en San Francisco del Chañar pone en evidencia el impacto que las actividades humanas pueden tener sobre la fauna silvestre.
El hecho de que el cachorro haya llegado con las uñas limadas y una herida indica que probablemente fue sometido a condiciones de cautiverio.
La subdirectora del Proyecto Carayá, Alejandra Juárez, señlaló al diario local “La Estafeta” que “la recuperación del animal será un proceso complicado, principalmente por su mansedumbre y la humanización desde una edad temprana, lo que reduce las posibilidades de su liberación en la naturaleza”.
La observación de que, cuando los cachorros son rescatados en etapas tempranas de desarrollo, resulta difícil reinsertarlos en su hábitat natural, es una problemática común en los esfuerzos de rehabilitación de animales salvajes. En estos casos, el animal pierde la capacidad de valerse por sí mismo y de evitar a los humanos, lo que puede poner en riesgo su seguridad si se lo liberara.
Juárez también explicó que, a diferencia de los pumas más grandes, como los de cuatro o cinco meses que han crecido sin ser sometidos al “mascotismo”, los más pequeños suelen tener menos probabilidades de regresar a la vida silvestre. El Proyecto Carayá parece estar más enfocado en brindar refugio y cuidado a estos animales que no pueden ser liberados, mientras que otros centros, como Tatú Carreta, manejan casos donde los pumas aún tienen la posibilidad de reintroducción.