De esta forma, los arquitectos navales Rosendo Alves y Luis Martínez dictaron el curso intensivo teórico práctico "Construcción naval en plástico reforzado". El objetivo es que los pescadores artesanales de la zona puedan reparar embarcaciones menores, elaborar sus componentes en plástico reforzado con fibra de vidrio y hasta diseñar y construir sus propios barcos. Asimismo, se incluyeron nociones de seguridad e higiene.
Desde el Astillero Universitario de la UNQ (dirigido por Alves) se trabaja desde hace tiempo en estos temas. De hecho, en 2017 ganaron tres proyectos. Con uno de ellos realizaron el diseño conceptual de un barco de pesca artesanal, al tiempo que otro servirá para construir un prototipo de un barco nuevo de pesca artesanal –de 9 metros– que cuente con artes de pesca multipropósito, esto es, con capacidad para pescar centollas, langostinos, camarones y merluzas.
Para el proyecto restante trabajaron junto a la cooperativa de pescadores artesanales "Los Costeros" para reformar una de sus embarcaciones y hacerla capaz de capturar centollas, lo que les dará mejores márgenes de rentabilidad. "Luego de escuchar las demandas de los pescadores fabricamos las piezas en el astillero y las enviamos a la provincia con el propósito de instalarlas. Tras la adaptación, el segundo paso es la capacitación", explicó Alves.
Por último, obtuvieron un subsidio mayor (que supera los 4 millones de pesos) de parte del Cofecyt –Consejo Federal de Ciencia y Tecnología– para llevar adelante un tercer proyecto cuyo beneficiario es el propio Municipio del Puerto San Julián. En este caso: "La idea es construir un prototipo de un barco nuevo de pesca artesanal –de 9 metros– que cuente con artes de pesca multipropósito, esto es, con capacidad para pescar centollas pero también langostinos, camarones, merluzas", plantea. Y completa: "Como si fuera poco, este barco les permitirá a los tripulantes una autonomía de un día, es decir que podrán estar hasta 24 horas fuera del territorio".
Pesca artesanal
El objetivo es que, a partir de los dispositivos que se coloquen en el barco, los habitantes de la región que se especializan en el rubro dispongan de un abanico de oportunidades mayores a las que poseen en la actualidad.
Se considera "pesca artesanal" a aquellas prácticas realizadas en embarcaciones que tienen hasta 9.9 metros de eslora –longitud que se calcula desde la proa a la popa–, ya que si supera este límite se define como un medio de transporte de pesca comercial. "En el mundo, la tendencia es retornar a la pesca artesanal porque, a diferencia de la comercial, no daña la fauna y puede ser muy rentable. Como advertimos esta situación quisimos colaborar con nuestros conocimientos en el área y estamos muy contentos de haberlo conseguido", narra Alves.
En el futuro, la meta será montar un astillero en esta región de Santa Cruz, ya que no existe en el sur argentino un espacio apto para elaborar materiales compuestos y plásticos reforzados, insumos que poseen mucha resistencia mecánica, son más livianos y no se corroen como los metálicos.
Como en San Julián poseen una planta de tratamiento del pescado, el círculo entre ciencia y transferencia de tecnología podría cerrarse a la perfección: mejores medios para la pesca facilitan la puesta en funcionamiento de expediciones más desafiantes por parte de los pescadores del lugar y ello, como resultado, brindará más ganancias, al tiempo que generará más fuentes de empleo para los vecinos del territorio.