Ai Weiwei, el activista chino que incomoda con su arte

Consagrado en el mundo por el contenido crítico de sus obras, pero censurado en su país, donde es perseguido, vino por primera vez a la Argentina, donde desde noviembre podrán verse sus creaciones. (De La Razón)

Ai Weiwei, el activista chino que incomoda con su arte
Ai Weiwei

Por Paula Conde
pconde@larazon.com.ar

Algunos datos básicos de la biografía de Ai Weiwei dicen que es chino, que el 28 de agosto cumple 60 años y que es artista. Y que su arte no es precisamente el más aplaudido por las autoridades de la República Popular China. Sucede que el hombre es también activista y que su arte no ha sido especialmente amable con el régimen comunista de su país. Por ejemplo, en 2008, fue invitado como asesor artístico para los Juegos Olímpicos de Pekín, cosa que Weiwei aceptó, pero en un momento decidió hacer públicas sus críticas a la democracia, los derechos humanos y la corrupción.

Weiwei no sólo se ganó el mote de "artista disidente", sino que en 2011 se ganó también 81 días de cárcel "sin cargos oficiales", acusado de quién sabe qué. Se quedó sin pasaporte y sin salir de su país hasta 2015 y ahora convive en su casa con cámaras que registran cada uno de sus movimientos, micrófonos escondidos y espías que le sacan fotos cuando va a la plaza con su hijo. Es evidente que Ai Weiwei también entiende de "grietas". Esta semana llegó al país, y como para confirmar que nada en su vida ha sido fácil, fue demorado en Ezeiza por un tema de inmigraciones.

Desde el 18 de noviembre, podrán verse algunas de sus obras en una muestra en la Fundación Proa. Pero este viaje es para empezar a percibir algo de la "idiosincracia argentina", dado que planea crear una obra para un "sitio específico", cuyo contenido aún es una incógnita. Ayer, antes de seguir viaje hacia Chile y Brasil, brindó una conferencia. El brasileño Marcello Dantas, quien será curador de la muestra, describió su arte como "un virus de empoderamiento", con capacidad de "cambiar la realidad". Siempre con espíritu crítico, Weiwei comenzó a escribir un blog sobre arte y otros yuyos en 2005: "Los medios de comunicación me convencieron de romper el bloqueo", cuenta muy tranquilo, segundos después de haber filmado con su celular a los periodistas que lo miraban.

Con miles de visitas y comentarios, cuatro años más tarde, cuando el gobierno tuvo el control de Internet, le cerraron el blog. Weiwei igual se mantuvo en las redes con usuarios que cambió cientos de veces, pero su nombre no aparece en la web de China, país al que llama “Corea del Este”, criticando, de paso, a Corea del Norte. Ahora dice que no le molesta que el gobierno lo espíe: “Ya que me quieren co nocer, en mi casa agregué cámaras. Trato de entrar en su lógica, no soy yo el que tiene secretos”.

En este punto, algo desesperanzado, confiesa no vislumbrar un cambio en la sociedad china: "Yo he cambiado; pero no es posible cambiar una sociedad de 1.300 millones de personas, que vive bajo un régimen centenario. Uno no cambia la sociedad; la sociedad debe estar lista para el cambio". Si bien es la primera vez que pisa suelo latinoamericano, algún sentimiento lo une a estas latitudes: su papá, el poeta Ai Qing, fue amigo del chileno Pablo Neruda, a quien visitó en los 50: "Mi padre fue encarcelado, era considerado un enemigo del Estado, como lo soy yo hoy. Pero en esa época era una sentencia de muerte. Recuerdo que tenía libros y fotos con Neruda y ver esas playas, cuando yo estaba en el noreste de China, en pleno desierto, cerca de Rusia, me dio la estructura necesaria para ver que existía otro mundo".

¿Es posible que China, el gigante asiático, domine el mundo?  “No lo veo posible. No veo que aporte nada un Estado que controla todo y que no confía en nadie”. Así las cosas, ¿le tiene miedo a algo? “El único miedo que tengo es a la pérdida de conciencia de la humanidad; a no poder ofrecer una nueva manera de pensar”.