Los protagonistas de esta historia de amor son Elena Vilariño (96) y Antonio Migliano (100). Esta pareja de abuelos que se conoció bailando tango en un centro cultural le hace honor a San Valentín.
Se conocieron bailando tango hace nueve años en un club familiar -Centro Cultural y Recreativo para la Tercera Edad "Parque Chacabuco"-. Aquel día Elena compartía mesa con su antigua pareja de baile pero Antonio se acercó, le tendió su mano y la invitó a bailar. "A éste señor, caradura, no le importó que yo estuviera acompañada y me arrancó de la mesa", recuerda ella.
Luego de esa invitación, se casaron al poco tiempo, el 28 de octubre de 2011 en el registro Civil de Sarandí y Cochabamba y, desde entonces, viven en un departamento de la calle San Juan, casi esquina La Rioja, del barrio porteño de San Cristóbal.
Elena y Antonio no sólo participan los martes y sábados de los bailes y milongas que organiza el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en distintos centros de jubilados y espacios públicos sino que fueron por más. Se animaron a competir en la disciplina Tango de Piso de los Juegos de las Personas Mayores 2019, donde llegaron a la gran final y se robaron las miradas y los aplausos de las 500 personas presentes en el Teatro 25 de Mayo, donde transcurrió la final del certamen.
Los Juegos de las Personas Mayores son una iniciativa de la Secretaría de Integración Social para Personas Mayores, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, que busca generar una competencia deportiva y cultural para promover el envejecimiento activo. Se lanzó en 2018, con más de 30 disciplinas, distribuidas en categorías deportivas, artísticas y juegos de mesa, en más de 20 sedes. En su primera edición, se logró una convocatoria cercana a los 5 mil adultos, que el año pasado se duplicó (12 mil).
Sobre la edad, ellos consideran que se trata simplemente de un número. "Ni me doy cuenta de que tengo cien años. Nunca me interesó la edad. Voy cumpliendo y cumpliendo y ni me doy cuenta", expresa Migliano.
Con abrazo firme y pasos cortos pero bien definidos, al perfecto compás del 2x4, uno los ve bailar y realmente no cree que sean centenarios. Viven como si no existiera un mañana y como si ayer hubieran cumplido tan solo 40.