Podemos decir que se cree en Dios de diferentes maneras y estilos, o como lo llaman algunos en diferentes momentos y lugares, lo cierto es que todos creemos en algo que vas más allá y que por situaciones de la vida, muchas veces no tiene explicación. Algunas veces nos aferramos más a nuestro creer que por ahí no tiene nada que ver con nuestro parecer.
Esta vez Juan me mandó un mensaje, porque tenía una historia de creencia y sentimientos, de pureza y conocimiento, y nos volvimos a ver, siempre de cruce por la calle, alguna vez lo haremos en un café. “Que te parece mi historia”, “siempre le he dicho que todas tienen algo especial, pero esta parece muy especial”, “ud decide me dijo, escuche y me contesta”, y eso hice.
“Fue una historia de Navidad, durante algunos días, debatimos con mis compañeros de siempre, cuál sería la Historia de Vida, teniendo en cuenta lo que ello significa. La razón de la celebración de Navidad se centra en el nacimiento del Niño Jesús, hijo de la Virgen María y San José; por este motivo abarca un mensaje de esperanza, unión, paz y amor, y esta era nuestra consigna y como llegar a ello nuestro desafío”.
Hasta ese momento, conocía todo lo que Juan me comentaba, pero aquí viene lo mejor, el lugar elegido fue el Hogar de Ancianos de nuestra ciudad Juan XXIII, con previa autorización de la Sra. Hebe Benedetti Directora de la Institución y de intendente Benedetti, “conocimos el Hogar de Ancianos Juan XXIII, fue una muy grata sorpresa desde el momento que llegamos encontrar un lugar tan acogedor donde conviven 20 ancianos o personas de la tercera edad; 10 varones y 10 mujeres que son atendidos por 22 personas durante las 24 hs del día, que abarca desde profesionales de la salud, hasta las responsables de la cocina, donde los abuelos tienen, enfermeras/os, profesor de educación física, psicólogo, etc.”.
Ahí me acomodé para seguir escuchando a Juan, “durante un par de horas, pudimos charlar con algunos de los abuelos allí residentes, en un ambiente ornamentado con motivos navideños lo que hace del hogar, un lugar acogedor donde el espíritu navideño está presente en cada rincón. Descubrimos también como los abuelos tienen, disfrutan y realizan una huerta en altura, cosechando diferentes verduras o flores, lo cual los mantiene con la mente ocupada en la naturaleza”.
“Cada abuelo residente allí, tiene una historia de vida diferente, fue así como conocimos y leímos algunos de los poemas escritos por Don Carlos Mancini, 78 años, que trabajó desde los 14 hasta los 74 años según sus palabras, con alguna discapacidad secuela de una enfermedad con la cual aún muchos siguen luchando, pero que no es impedimento para escribir o componer, y dejando entrever en sus poemas de amor escritos, su gran sensibilidad y dedicación”.
“Nos encontramos con Mercedes Almada, que hoy se moviliza en una moderna silla de ruedas eléctrica que fue durante muchos años y a pesar de su enanismo enfermera de una conocida clínica de la cuidad, que hoy no está más y que entre sus anécdotas dice haber colaborado con la llegada al mundo de la hija de nuestro compañero Raúl Ferreyra, veinte y tantos años atrás, la descripción del momento y el recuerdo, no fue impedimento para que después de larga resistencia, nuestro compañero dejara correr algunas lágrimas por su rostro, recordando aquel hermoso momento”.
Claro, ahi estaba dandome cuenta, cosa que pocos hacemos, del ejercicio que nuestra tercera edad o los sabios tienen la experiencia de las cosas vividas, continúa Juan “hablamos con María, una abuela que a pesar de los años y de su pequeña discapacidad para comunicarse nos deja ver su tatuaje de dos corazones entrelazados realizados en su antebrazo izquierdo, nos oculta las razones o no las recuerdas, dejando libre mi imaginación que quizás sea fruto de un amor intenso que vivió años atrás”.
“Fuimos descubriendo poco a poco, con pequeñas frases, monosílabos o gestos de cada abuela que conocimos, como la unión y la responsabilidad de quienes llevan adelante esta institución hacen de éste, un lugar de bienestar para ellos. ¿Cómo no creer en Dios? Si lo siento en mi pecho a cada instante” escribió hace algunos años León Gieco, como no creer en Dios viendo a este grupo de abuelos con el espíritu y ganas de vivir intactas, capaces de organizar el pesebre viviente que están ensayando y donde ellos mismos actúan”.
Nos retiramos como siempre fotos previas, llevándonos cada uno de nosotros esa sensación que esos abuelitos tienen mucho para ofrecer aún y que brindan, a pesar de su edad, un gran espíritu de vida.