Para muestra sobre un botón del “Buen vecino”

La historia de mi amigo Juan Osvaldo me agarró con la guardia baja.

Para muestra sobre un botón del “Buen vecino”
Luis "Coco" Schiavoni, ciudadano ilustre de Arroyito.

Finalmente, el encuentro se dio, finalmente nos sentamos a tomar el prometido café en un bar céntrico de Arroyito, con el viento que viene pegadito al frio en esta época del año, llegué a la cita con mi amigo Juan, nos debíamos la charla, nos debíamos el encuentro.

Entré y encontré caras conocidas en esas mesas que estaban ahí, que si te digo que no tienen que ver con la historia que viene te mentiría. Ahí los vi a los “Roma”, a Don Luque y al Iguana Moreno, rostros que seguían intactos en mi memoria.

Al ratito llegó Juan, y el abrazo correspondiente, para luego pedirnos un cortado mediano y una lagrima en jarrito sin nada que agregar. En pocas palabras resumimos la reunión, “Como estas”, “yo muy bien, y vos”, “Yo también”, tal vez como formalismo para romper el hielo.

Para cuando llegó el pedido al atento mozo que nos atendió, habíamos cruzado varias ideas de las historias, de la vida que llevamos, de las cosas que nos suceden, de lo que vendrá y llegamos al lugar de los que no están o de los que nos faltan.

No les voy a mentir, aflojamos juntos, y me miró mi amigo Juan y me dijo “Yo conocía a tu Papá”, debo aclarar que maduraba el nockout como dicen en el boxeo, y me contó “Así lo conocí, corría creo yo, el año 1991, y en una noche de crudo invierno, al salir de trabajar a las 22:00 hs de una conocida empresa de la cuidad, fuimos con Laura, mi señora, y Javier mi único hijo en ese momento, en una vieja motocicleta más conocida como Puma 4 Serie a cargar nafta a la estación de servicio más cercana o a la Shell como se la llamaba en esos años”.

Laura de Ávila Arroyito
Laura de Ávila Arroyito

Eran épocas duras por lo que vivíamos en el paraje de La Curva, más precisamente en El Estribo. Me atiende un hombre canoso descendiente de italianos, pinta de bonachón, que llevaba como abrigo un sobretodo negro, de zapatos puntudos y con un tono de voz muy particular: me pregunta a dónde vamos, le respondo a La Curva y recibo como repuesta: Andate vos negro en moto, que yo con mi señora llevamos a tu esposa y a tu hijo a tu casa. Fue así amigo, como conocí a tu padre, el gran Coco Schiavoni, amigo de los amigos, generoso como pocos y servicial como ninguno”.

Es muy dificil aclarar que no tenía mi pañuelo a mano, y mis lagrimas brotaron solas, como cada vez que escucho que hablan de él, obvio por “orgullo” pero también por su ausencia. Agrega Juan “tu padre fue por mucho tiempo quien llevó a mi sra y a mi hijo a nuestro domicilio en su Peugeot 504 blanco, dejando en su lugar a Manuel (Vázquez), ya fallecido, eterno nochero del negocio de tu papá. Jamás aceptó dinero alguno ni menos algo material en retribución a lo que él hacía en forma natural, demostrando su elevada sensibilidad hacia el prójimo”.

Luis Coco Schiavoni Arroyito
Luis Coco Schiavoni Arroyito

Ahi me miró y comentó “por eso amigo, recordando una de nuestras primeras conversaciones, en donde yo le dije a usted que era de buena madera, como lo sostiene el dicho popular sobre la buena gente. Quizás cuando usted lea o publique esta historia, seguramente en el cielo se juntarán dos de los protagonistas que ya no están, para reafirmar lo que le estoy relatando”.

“En tiempos donde es común el individualismo y el no te metas ante situaciones que a diario vemos y que en esta época en la que vivimos se han multiplicado, necesitaríamos miles de personas comprometidas como lo fue tu padre. En síntesis, como escribiera Eladia Blázquez: No es lo mismo vivir que ¡Honrar la vida! como lo hizo tu papá”.

Autor: Juan O. Avila / Foto tapa: Luis Arias.