Cuando los turistas viajan a Nueva York, uno de los tours típicos que se ofrecen es visitar una comunidad que está a pocos kilómetros de la gran ciudad: los amish. Sus costumbres, su arraigo a la religión y su estilo de vida austero causan interés en los visitantes. Por las imágenes que suelen circular sobre ellos se tiende a confundir a otras comunidades con vestimenta y vida similar que, sin embargo, no son de la misma religión.
En la Argentina, por ejemplo, viven varias comunidades que profesan una fe diferente pero que también se encuentran dentro del anabaptismo y el protestantismo: los Menonitas.
Para ellos, los conceptos religiosos guían sus costumbres: rinden sacrificio a Dios mediante el trabajo, la forma de vida austera, la fraternidad y la lealtad a su fe.
Estas colonias llegaron al país a partir de 1985 principalmente desde Bolivia y México. En Floresta y San Luis se encuentran las más liberales, mientras que en La Pampa y Santiago del Estero están los grupos más ortodoxos.
Una de las comunidades abiertas al turismo es la de Guatraché, La Pampa, que vive principalmente de la producción y venta de quesos, de la fabricación de silos y carros, entre otras actividades relacionadas al campo.
La colonia “Nueva Esperanza” está formada por más de 1.600 integrantes y no está “aislada”, sino que cada uno paga sus impuestos, comercian a través de intermediarios, hacen uso de la salud pública, viajan a comprar insumos a Santa Rosa o a Once, en la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, son un pampeano más.
A pesar de que en el imaginario popular aparecen sin electricidad y viviendo a la luz de las velas, esta idea está lejos de la realidad: sí tienen tecnología y la usan para aumentar el rendimiento en el trabajo. Utilizan hornos y batidoras eléctricas para la cocina; soldadoras y sierras eléctricas para el trabajo en el exterior.
Sin embargo, no utilizan la tecnología para el bienestar personal, según marcan sus preceptos religiosos. Por eso, eligen no usar aire acondicionado en sus hogares u otros electrodomésticos que tengan como única finalidad brindar confort.
Por estas razones es que no usan autos dentro de la comunidad, algo que suele llamar la atención de los visitantes. La realidad es que por su religión no deben manejarlos y, por eso, optan por los carros. Pero eso no significa que cuando necesitan transportar mercadería contraten un servicio de flete o que no se tomen un micro para viajar a Buenos Aires.
En tanto son una comunidad religiosa, se reúnen todos los domingos y durante los feriados religiosos, pero no se pasan todo el tiempo rezando: “No es una comunidad de adoración, es de acción”, afirmó María Estela Campo en diálogo con VíaPaís. Ella es quien hace las visitas guiadas en la comunidad y es el nexo con la colonia, ya que dentro de ella no usan celular.
Un rasgo cultural completamente arraigado es el idioma: “Cuando un chico menonita aprende a hablar lo hace en plautdietsch, que es un dialecto entre el alemán y el holandés. El castellano se va aprendiendo al tener contacto con la gente de afuera”, explicó Campo.
También se destaca su vestimenta particular: ellos lo consideran una forma de sacrificio que se transmite de generación en generación, inalterable. Y no es que no conozcan otro tipo de ropa: sino que no les interesa vestir de manera diferente, no se sienten auténticas de esa forma.
En 2020, la pandemia los afectó como a todos los argentinos: a pesar de que las visitas y el turismo se detuvieron desde marzo por pedido expreso de las autoridades de la comunidad, registraron cerca de 120 casos positivos de Covid-19 y la muerte del obispo Abraham Neudorf. Por eso, el Ministerio de Salud pampeano instaló un hospital de campaña dentro del predio menonita con equipamiento, ambulancias y vehículos todo terreno.
Su religión acepta la medicina tradicional y generalmente se atienden en los centros de salud de la zona. Para ellos es de suma importancia tener buena salud, ya que una persona enferma no puede trabajar. Por eso, se hacen controles, respetan el calendario de salud, se pueden realizar transfusiones de sangre y todo lo que sea necesario para estar bien de salud.
Actualmente, se estima que hay más de 320.000 menonitas dispersos en distintas partes del mundo. Para ellos es muy importante que su cultura y su religión no sean presentadas como algo totalmente ajeno a la vida del resto de los argentinos; que no se los muestre como una otredad negativa o una simple curiosidad, sino que se pueda comprender su estilo de vida en sus propios términos, sin comparar o pensar que su forma de vivir pueda estar “detenida en el tiempo” o “retrasada”.
A pesar de que los menonitas y los amish son dos religiones completamente diferentes -tienen diferentes creadores, Menno Simons y Jakob Ammann, respectivamente-, tienen una buena relación y en algunas ocasiones los amish liberales de Pensilvania, Estados Unidos, visitaron al poblado de La Pampa.