El retrato de la peste negra, también conocida como “muerte negra”, sigue vigente hasta el día de hoy. No importa cuantos siglos pasen, los vestigios de lo que fue la más devastadora peste se mantienen muy presentes en el recuerdo colectivo de la sociedad y más al transcurrir una pandemia como la que estamos viviendo.
La comparación no es proporcional por las épocas, los avances tecnológicos y, por supuesto, la magnitud de cada enfermedad. Sin embargo, desde la cuarentena y los aislamientos sería difícil no mirar hacia atrás y enfocarnos entre 1581 y 1582, específicamente en el caso de Cerdeña.
De aquella lejana isla italiana en el mar Mediterráneo surgió lo que conocemos hoy como “El manual de la peste”, un escrito con 57 medidas preventivas para evitar los contagios y que fue elaborado por un médico de la ciudad Alguer, llamado Quinto Tiberio Angelerio.
“Es sorprendente encontrar este médico con este nivel de conocimiento en esta ciudad más bien pequeña. Estaba adelantado a los tiempos. Es algo realmente impresionante”, aseguró Ole Benedictow, Profesor Emérito de Historia en la Universidad de Oslo, en entrevista con la BBC.
Es que, por si fuera poco, Tiberio fue el primero en señalar la importancia de los dos metros de distancia, además de sugerir evitar el contacto de las manos y resaltar que era necesario que una sola persona por hogar fuera el encargado de hacer las compras.
Prevenciones muy parecidas a las que escuchamos en pleno siglo XXI y en una pandemia completamente diferente. Sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas para Angelerio, ya que al descubrir la llegada de la peste a la isla, su primera recomendación buscaba colocar en cuarentena a los infectados, lo que cayó mal entre los ciudadanos y las autoridades.
Es que la idea de la cuarentena no era nueva, esta medida había sido inventada desde el año 1000 por los árabes. Aunque sería muy difícil conocer si el galeno italiano sabía sobre las medidas explicadas por su creador, el médico persa Avicena, para limitar la propagación de enfermedades contagiosas.
Al ver las negativas hacia su iniciativa, el médico no tuvo más remedio que pedir ayuda al virrey y logró crear una especie de cordón sanitario para que la gente no pudiera salir e infectar más lugares. Fue un hecho que le generó todo tipo de problemas y hasta puso su vida en peligro más de una vez.
Su voz comenzó a cobrar más sentido entre los pobladores cuando los cuerpos inertes de sus seres queridos comenzaron a amontonarse en las calles y generar pánico y dolor entre los presentes. Fue así que se decidió escuchar las recomendaciones de Angelerio y dar paso a varias medidas preventivas para evitar el contagio.
Lo más interesante de la historia se centra en su aparente final. Es que el brote de 1581 en Alguer duró ocho meses. Sin embargo, como todo en esta vida de alguna u otra manera regresa, fueron 60 años después cuando una nueva plaga llegó a la ciudad. El médico a cargo en ese momento decidió mirar hacia atrás, específicamente hacia al manual escrito por Angelerio.
Este texto cuenta con información publicada por la BBC y por Clarín.