El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, llegó este miércoles a la Argentina para participar de la cumbre del G20 en Buenos Aires.
Mohamed, de 33 años, fue nombrado por su padre quien antes destituyó a su sobrino. Es el más joven de la dinastía y está casado con su prima Sara bint Mashur al Saud, con quien tiene cuatro hijos. Por ahora es su única mujer ya que su generación no ve a la poligamia con los mismos ojos que sus padres.
A pesar de pertenecer a una dinastía de grandes excentricidades como inodoros de oro en los aviones, el príncipe quiso convertirse en la cara de costumbres más austeras y mayor apertura social. Por ello emprendió numerosas reformas económicas, sociales y religiosas en Arabia Saudita desde que fue nombrado príncipe heredero.
Sin embargo, se da algunos lujos como todo multimillonario: en 2016 compró a "Serene", un yate de 139 metros por el que pagó la cifra récord de 500 millones de euros.
En menos de un año y medio, el príncipe que salteó a su primo conquistó a las élites políticas, periodísticas y empresariales de las potencias occidentales con una millonaria campaña de publicidad y también cayó en desgracia cuando su monarquía fue responsabilizada por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi el mes pasado dentro del consulado saudita en Estambul.
Esta semana, la organización Human Rights Watch (HRW) pidió a la Justicia argentina que evaluara presentar cargos de crímenes de guerra contra bin Salman por la intervención militar de Arabia Saudita en el vecino Yemen, que ha dejado miles de civiles muertos desde marzo de 2015. Además, la organización también aludió en su solicitud al asesinato de Khashoggi.
Con su participación en el G20, el príncipe heredero buscará relegitimarse y volver a ganar su status de líder internacional junto a los jefes de Estado y gobierno más poderosos del mundo y las organizaciones multilaterales, regionales e internacionales más influyentes, como la ONU.