Con el debate por la legalización del aborto aún caliente, diferentes agrupaciones comenzaron a difundir una campaña que busca separar a la Iglesia del Estado y la apostasía comenzó a resonar con más fuerza. Desde entonces, la Coalición Argentina por un Estado Laico coordinó jornadas de Apostasías Colectivas, para que los interesados puedan llevar adelante el trámite que los desliga institucionalmente de la Iglesia Católica.
La primera convocatoria fue el pasado 8 de agosto, el día que se debatía el proyecto de la interrupción voluntaria del embarazo en el Senado. En ese momento, 2.500 personas apostataron en todo el país, de los cuales 1.200 fueron en la Ciudad de Buenos Aires. En el evento de ayer, los organizadores comentaron que fueron muchos más por la influencia del boca en boca de las redes sociales.
En Capital Federal, el punto de encuentro fue en las avenidas Corrientes y Callao. Allí, los interesados en desligarse de la Iglesia podían hallar los formularios para iniciar el trámite: una carta en donde se le comunica a la institución que ya no quieren ser parte y que solicitan que se modifiquen los registros donde la persona figura como miembro de esa religión. Las apostasías de todo el país van a ser entregadas el viernes en la Conferencia Episcopal Argentina.
"La convocatoria supera todas las expectativas", afirmó Julieta Arosteguy, de la Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL). "Esto es una reacción política frente a la votación contra el aborto del 8 de agosto. La verdad, no tengo registro de que la gente haya repudiado antes la intromisión de la Iglesia en sus vidas".
Según los datos de CAEL, el sitio de Apostasía Colectiva tiene más de 40 mil visitas por día, cuando en general tiene dos mil por mes. Además, hubo más de diez mil descargas de la carta modelo para enviar a la Iglesia.
La respuesta de la Iglesia:
Desde la Iglesia explicaron que no existe un trámite que permita anular la condición de católico otorgada por el bautismo. El catecismo establece que este acto "establece una alianza irrevocable" y que "imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble", algo que no puede ser revertido.