La emotiva carta de Orsanic para despedirse del equipo argentino de Copa Davis

Fue reemplazado abruptamente por el triunvirato Coria-Cañas-Gaudio y reveló detalles de su despido. Mensaje conciliador. 

La emotiva carta de Orsanic para despedirse del equipo argentino de Copa Davis
/ AFP PHOTO / Andres Larrovere

Daniel Orsanic dejó de ser el capitán argentino de Copa Davis por la drástica medida que tomó la nueva conducción de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), encabezada por el extenista Agustín Calleri, y en las últimas horas publicó una emotiva carta en la que revela detalles de su despido.

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Cuando me toco agarrar el micrófono después de levantar la @daviscuptennis, quise transmitir equilibro. Y también quiero hacerlo ahora en este cierre de ciclo, que me hubiera gustado que fuera dentro de una cancha, trabajando, con la ilusión de completar el regreso al Grupo Mundial. Nada tengo que reprocharle a la historia o al deporte. Si tengo para agradecerle: a mi cuerpo técnico, por estos años de compromiso y respeto; a la dirigencia, que confío en mi y me dio libertad para trabajar, y sobre todo a los jugadores, por ser el ejemplo de entrega y humildad que el tenis necesitaba. Gracias, por supuesto, a esa hinchada, la mejor del mundo. Fuimos nuestra mejor versión. Y con esta filosofía de poner el foco en el proceso, nada más que eso puedo pretender de mi y de mi equipo. Fuimos auténticos y frontales. Fuimos nobles. Dimos todo lo que teníamos y más. El propósito estuvo y siempre estará por sobre los nombres propios. Y mi compromiso con el desarrollo del tenis es incondicional. Entonces, esto no es un adiós, sino un hasta luego. Hoy, en septiembre y siempre: ¡vamos, Argentina 🇦🇷!

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Los elegidos para reemplazar a Orsanic en el cargo fueron Gastón Gaudio, Guillermo Coria y Guillermo Cañas, quienes comandarán al elenco nacional en el repechaje frente a Colombia, entre el 14 y 16 de septiembre próximo, con el objetivo de retornar al Grupo Mundial.

Pese a la sorpresa que se llevó con la medida, Orsanic contó sus sensaciones tras ser desplazado pero con un mensaje conciliador.

A continuación, la carta completa de Daniel Orsanic

"Manejaba hacia el microcentro, donde están las oficinas de la Asociación Argentina de Tenis, y pensaba en los detalles de la que sería mi última serie como capitán del equipo argentino de Copa Davis. Claro que sólo en mi cabeza y en la del subcapitán Mariano Hood estaba la idea de que esa fuera la última. Siempre tratamos de no precipitarnos y de poner nuestra energía en el objetivo más inmediato. En alguna de las pocas veces que hablamos sobre el tema, coincidimos en que el ascenso podría ser el cierre de un proyecto que nos comprometió durante cuatro años. Pero el equipo estaba primero. Y naturalmente, tampoco lo habíamos hablado con la dirigencia, que hace menos de tres meses me había ofrecido continuar en ese cargo de manera indefinida. Me recibieron Mariano Zabaleta y José Acasuso. La ausencia del presidente hizo aún más remota la idea de que esa reunión fuera el fin de un ciclo.

Otra vez me encontraba en el auto, ahora camino a un club en Palermo, donde mi hijo jugaba un torneo de Menores. Ahí estaba. Quizás ese viernes de lluvia fui más introspectivo que de costumbre y en un improvisado balance me pregunté si cambiaría algo en esta historia.

Cuando asumimos la capitanía, casi cuatro años atrás, sólo algunos meses después de que comencé a trabajar en Desarrollo con Sebastián Gutiérrez, nos propusimos que la Copa Davis fuera un medio para transmitir un mensaje que potenciara a los más chicos. Estábamos convencidos de que depender exclusivamente de los resultados para generar identidad en los juniors era limitante. Debíamos ir más allá. La identificación debía estar en el trabajo; en el proceso y no en los resultados. Nos propusimos que este fuera un deporte de valores, de trabajo en equipo, de compromiso y de respeto. Basado en el diálogo. ¿Trabajo en equipo y respeto? ¿Diálogo? ¿En el tenis? Sí, en el tenis.

Seguí pensando mientras la lluvia en Buenos Aires interrumpía los partidos. Nuestra esencia es ser auténticos y frontales, más allá de las diferencias. En cada una de las series nos miramos a la cara y nos dijimos todo lo que pensábamos. Jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Fuera bueno o malo. Nos lleváramos mejor o peor. Nunca hicieron falta garantías. Creo en el honor de las personas y en el valor de la palabra. Y seguiré creyendo. Nada de esto cambiaría. Y tampoco cambiaría el repechaje en Kazajistán. Aquella vez, el deporte nos puso a prueba nuevamente. Puso a prueba esa identidad que construimos en 2015 y consolidamos en 2016, cuando nos consagramos campeones por primera vez en la historia. Puso a prueba nuestra unión como grupo ante la derrota. Puso a prueba el mensaje. Nos dio la oportunidad de demostrar y demostrarnos que lo importante es el proceso. "Contra quien sea, donde sea". Prueba superada. Créanme que el orgullo que sentí vale tanto como una victoria.

Pero sí pienso que este final debió ser diferente. Cuando me tocó agarrar el micrófono después de levantar la Ensaladera, quise transmitir equilibro. Las pocas palabras que pude decir en medio de tanta emoción salieron de mi corazón, pero como capitán, en ese momento de tremenda exposición, debía ser un ejemplo de mesura. Y también debo serlo ahora en este cierre de ciclo, que me hubiese gustado que fuera dentro de una cancha de tenis, trabajando, con la ilusión de completar el regreso al Grupo Mundial.

Todavía siento en el estomago la ansiedad del debut en aquella primera serie contra Brasil, durante el partido más largo de la historia; en la piel, el aliento de la hinchada argentina en Croacia. Nada tengo que reprocharle a la historia o al deporte. Sí tengo para agradecerle: a mi cuerpo técnico, por estos años de compromiso y respeto; a la dirigencia, que confío en mi y me dio libertad para trabajar, y sobre todo a los jugadores, por ser el ejemplo de entrega y humildad que el tenis necesitaba. Gracias, por supuesto, a esa hinchada, la mejor del mundo.

Con aciertos y errores, fuimos nuestra mejor versión. O por lo menos siempre buscamos serlo. Y con esta filosofía de poner el foco en el proceso, nada más que eso puedo pretender de mi y de mi equipo. Dimos todo lo que teníamos y más. El propósito estuvo, aún está y siempre estará por sobre los nombres propios. Y mi compromiso con el desarrollo del tenis es incondicional, por lo que esto no es un adiós, sino un hasta luego. Hoy, en septiembre y siempre: ¡vamos, Argentina!".