La gran historia de Kanté: de recolectar basura a brillar en el Mundial con Francia

Quedará en la memoria del fútbol de su país. Pero, desde la infancia, sufrió mucho desde pequeño.

La gran historia de Kanté: de recolectar basura a brillar en el Mundial con Francia
Kanté

N'Golo Kanté, ese pulpo en la mitad de la cancha con el que cuenta la Selección de Francia, quedó en la historia grande su país al ganar el Mundial y sumar la segunda estrella del conjunto galo.

Pero detrás de todo héroe, hay una historia compuesta por sacrificios y sinsabores. A los siete años, tenía que juntar basura para reciclar y ayudar con la economía de su hogar, según Globoesporte. Ese hecho coincidió con la Copa del Mundo que consiguió Francia en 1998.

Luego, a los 11 años, sufrió al pérdida de su padre, pero no dejó de recorrer las calles. Por su parte, continuaba luchando por su sueño de ser futbolista. Kanté empezó en el club barrial Pareu y esperaba el salto profesional.

Pese a que muchos clubes como Rennes, Sochaux y Lorient lo rechazaron por su baja estatura (1,68 metros), no claudicó y tuvo su oportunidad a los 19 años para mostrarse en primera.

Los primeros pasos de Kanté
Los primeros pasos de Kanté

"Cuando estaba con Suresnes, club de mi infancia, fui a hacer pruebas para entrar a la academia de clubes profesionales en Francia, pero no tuve oportunidad. Me decían que tenían jugadores como yo o simplemente no les gustaba lo que yo hacía. Así que no pude entrar. Me quedé con Suresnes hasta los 19 años, que fue cuando pude jugar en la sexta división de Francia, con Boulogne", manifestó el francés en 2016, quien agregó: "El primer equipo era profesional, pero las reservas jugábamos en sexta división. Pasé un año en sexta división, fuimos a quinta división y después pude estar con el primer equipo en la tercera división. Después pude llegar al Caen".

Su reconocimiento a nivel mundial como uno de los mejores volantes del mundo fue con el título que obtuve en la Premier League Con el Leicester City, lo que le permitió pasar al Chelsea por 36 millones de euros. Y ahora, consiguió un premio que no tiene cotización: ser campeón del mundo.