Tanto en Estados Unidos como en Europa, el discurso sobre frenar a los migrantes parece estar en boga. La Unión Europea (UE) reforzó sus fronteras y el país de Donald Trump tiene políticas de tolerancia cero que hasta hace poco separaba a niños de sus familias.
Sin embargo, las señales de alamar no son concurrentes con los números, que cada vez son más bajos. En 2017 ingresaron a la UE un 88% menos de inmigrantes ilegales que en 2015. En Estados Unidos, mientras tanto, también bajaron las detenciones a ilegales en la frontera mexicana.
La crisis de las migraciones modifica de base el escenario mundial y presenta desafíos cada vez mayores para los gobernantes. Donald Trump puso las políticas migratorias en el centro de su campaña presidencial. El hombre fuerte del nuevo gobierno populista italiano es Matteo Salvini, reconocido xenófobo de ultraderecha. En Austria, el canciller Sebastian Kurz también gobierna en alianza con la extrema derecha y ahora asumió la presidencia rotativa de la UE. Incluso en Gran Bretaña, a raíz del Brexit, la inmigración se posó en el centro del debate social y político.
Lelio Mármora, director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dijo a La Nación: "La migración en sí no es que haya aumentado tanto. El problema es la respuesta de los gobiernos. Hay un incremento de la xenofobia, del prejuicio racista y un negocio electoral clarísimo".