Los elogios para definir a Brigitte Macron abundan. Es una mujer Intelectual, inteligente, ícono de la moda, embajadora del savoir-faire à la française, símbolo de la mujer liberada y, como si fuera poco, es la heroína de las mujeres de su generación: le lleva más de 20 años a su marido Emmanuel Macron, presidente de Francia.
Su rol dentro del escenario político internacional es cada vez más fuerte. "La vida de Brigitte Macron es una novela cuya trayectoria ningún autor podría haber imaginado: de profesora en un liceo provincial al Palacio del Elíseo", dice una voz en off al comienzo de un documental realizado por Virginie Linhart sobre la mujer del presidente Macron y difundido en Francia el miércoles pasado.
En el film, titulado Brigitte Macron, una novela francesa, la primera dama es comparada con un personaje de la literatura del siglo XIX. Resulta una vida muy atractiva para el mundo y su foco está en la pareja tan perfecta, tan enamorada, atípica, romántica y novelesca que conformó con el mandatario francés.
Brigitte Macron (65 años) es una madre de familia de Amiens, cuya vida se transformó por un joven 25 años menor que ella, Emmanuel Macron (40), y que, tras un flechazo, rompió con todas las convenciones a las que se había plegado durante su vida.
Desde entonces, la vida de los Macron se transformó en un amor-fusión que dura hasta hoy y que se sobrepuso a los prejuicios: "Cuando se trata de amor, la diferencia de edad es, después de la diferencia de fortuna, uno de los grandes lugares comunes del chusmerío provincial", comentan los especialistas de prensa internacional.
Años después, por fin casada con Emmanuel Macron, Brigitte empezó un nuevo capítulo de su vida en París, donde disfrutó mucho más de su libertad como profesora de Letras que como esposa del banquero de Rosthchild y después ministro de Economía. "Brigitte es la gemela del personaje principal, exactamente igual de ambiciosa. La que abre puertas y le permite acceder a un mundo que él desconoce", reflexionan los analistas.
Brigitte organizó cenas mundanas, controló la comunicación de la pareja, participó en las reuniones ministeriales y tuvo un papel central en la campaña presidencial. En ese sentido, a pesar de que ambos intentan proyectar una imagen ultramoderna, representan todos los clichés del siglo XIX, según los cuales el hombre político no es nada sin su mujer.
