El papa Francisco, conmovido por el universo carcelario, celebró una vez más una misa del Jueves Santo en una prisión lavando los pies de doce presos, entre ellos dos musulmanes, un ortodoxo y un budista.
Después de una breve reunión privada con los presos enfermos, el Sumo Pontífice encabezó el jueves en la tarde la misa de la Última Cena y el rito del lavado de pies con doce detenidos provenientes de siete países distintos en la prisión romana para hombres de Regina Coeli.
"Cada uno tiene la oportunidad de cambiar de vida y no tiene que ser juzgado", subrayó el Papa tras agregar que él mismo se considera "un pecador", en una homilía transmitida por Radio Vatican.
Francisco motivó a los reos a mantener vivas las esperanzas, diciéndoles que todos los días deben despejar la vista para que puedan contemplar mejor la realidad. Fue entonces cuando mencionó que las cataratas son una enfermedad que impiden la vista y que "por ejemplo a mi edad a uno le dan cataratas y no puede ver bien la realidad. El próximo año me tengo que operar".
En la tradición cristiana, el Jueves Santo conmemora el día en que Jesúcristo lava los pies de los apóstoles y celebró la institución de la Eucaristía en su Última Cena. Se trata de uno de los rituales de la Semana Santa que conmemora los últimos días de Jesúcristo.