El papa Francisco compartió hoy un almuerzo con 1.500 pobres en el Vaticano y destacó que "la indiferencia es el mayor pecado" contra la gente con necesidades, ya que "cuidar de ellos es un deber del Evangelio" para los cristianos.
El pontífice compartió un almuerzo en base a ñoquis con tomate, aceitunas y queso rallado, bocados de ternera con verduras, polenta y brócoli con tiramisú de postre junto a necesitados de más diez países, con motivo de la celebración de la I Jornada Mundial de los Pobres.
"Bienvenidos a todos, vamos a compartir esta comida con buena voluntad y amistad", dijo el Papa en el centro de un gran comedor que tenía 150 mesas para 10 comensales en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Antes, al celebrar una misa para más de 4.000 personas en situación de pobreza en la basílica de San Pedro, había afirmado que "la omisión es también el mayor pecado contra los pobres. Aquí adopta un nombre preciso: indiferencia".
Allí, aseguró que ese comportamiento "es decir: no es algo que me concierne, no es mi problema, es culpa de la sociedad".
El obispo de Roma criticó esa actitud "de mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad. Cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada".
"Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien", puntualizó en referencia a que esas jornadas fueron convocadas en 2016 al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia bajo el lema "No amemos de palabra sino con obras".
"Es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza, y hacerlo no sólo dando pan, sino también partiendo con ellos el pan de la palabra, pues son sus destinatarios más naturales".
"Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales", señaló Francisco, para quien "el hambriento y el enfermo, el forastero y el encarcelado, el pobre y el abandonado, el que sufre sin ayuda y el necesitado descartado" son los "predilectos" de la Iglesia.