"Navegamos por cielos interminables. Las estrellas brillan como ojos. La noche negra suspira…"
Navegando en la apacible melodía de Planet Caravan, del grupo Black Sabbath, la letra de tan inspiradora canción fue lo primero que escucharon los astronautas de la nave espacial Crew Dragon cuando se despertaron hoy, en su viaje rumbo a la Estación Espacial Internacional, situada a unos 400 kilómetros de la superficie de nuestro mundo.
"Luz de la noche. La Tierra, un resplandor violeta. De neblina de zafiro, en forma orbital…"
Fiel a una gratísima costumbre de la NASA, Bob Behnken (49 años) y Doug Hurley (53) fueron sorprendidos por radio con ese tema musical después de un reparador descanso de ocho horas a bordo de su flamante vehículo espacial, al que ellos mismos bautizaron “Endeavour”. Es que ese era el nombre de la última nave (uno de los tres transbordadores espaciales, dados de baja en 2011) en la que habían compartido una misión.
El histórico viaje, de 19 horas en total, fue tan inolvidable para los dos pasajeros como perfecto en su desarrollo para el control de la misión, realizado en forma conjunta desde Houston y Florida entre la NASA y SpaceX, la empresa privada de comercio espacial a la que la agencia estatal estadounidense le confió en 2011 y mediante un contrato de 3 mil millones de dólares (precio fijo) el desarrollo completo un nuevo taxi espacial; justamente, el artefacto que reemplazaría a los viejos y costosos transbordadores.
En el marco de ese contrato, SpaceX, de Elon Musk, se comprometió a realizar seis viajes de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional. Este es el primero. Y el que, si todo sigue saliendo bien, hará que tanto la nave como todo el sistema que la hace funcionar en una misión sea finalmente homologado por la NASA.
Ascendiendo a velocidad supersónica, pocos minutos después del exitoso lanzamiento de la nave, los astronautas ya percibieron la curvatura de la Tierra por las ventanillas de ésta. Las etapas del cohete Falcon 9, que impulsó a la Crew Dragon al espacio exterior, se fueron consumiendo de acuerdo con lo previsto. Y el blanco vehículo con forma de huevo navegó prácticamente en modo piloto automático hacia su destino.
Durante la travesía, los astronautas llevaron adelante simples tareas de rutina, en una nave cuyo diseño interior justamente expresa simpleza. Con dos asientos desocupados a sus costados –en futuras misiones, se espera que hasta lleven turistas al cosmos-, Behnken y Hurley se mostraron sumamente distendidos a las cámaras, en la trasmisión que la NASA difundió a lo largo de la gran aventura.
Incluso, hasta mostraron a la audiencia de la Tierra lo que sería el “baúl” del vehículo espacial, ubicado detrás de la cabina, y en el que transportaron algunos equipos científicos e insumos al complejo orbital, en el que los esperaban sus colegas, los astronautas de la Expedición 63 (con ese nombre y un número se denomina a cada tripulación de la Estación Espacial, que es relevada a veces después de un año o más).
Chris Cassidy, de la NASA, y los cosmonautas rusos Anatoly Ivanishin e Ivan Vagner fueron quienes prepararon desde el interior de la Estación Espacial el puerto de acoplamiento para recibir a los nuevos huéspedes.
¿Cuánto tiempo permanecerán Behnken y Hurley en órbita? La NASA lo irá determinando de acuerdo con lo que necesita comprobar de la nueva nave. De todas formas y aunque la validación del vehículo comprenderá que pueda permanecer en el espacio hasta 210 días, se sabe que en esta primera experiencia la estadía será muy corta, comparada con una permanencia típica de astronautas en la Estación Espacial.
Una vez completada la misión, la Crew Dragon se desacoplará del complejo orbital, siempre de forma automática. Y los mismos dos astronautas que viajaron de ida emprenderán el regreso a la Tierra.
La entrada a la atmósfera, como en cada misión espacial, será una de las instancias más peligrosas, en función de las altísimas temperaturas que el escudo térmico de la nave deberá soportar.
Y aunque la protección térmica está diseñada para eso, siempre está el recuerdo de la tragedia del transbordador Columbia que, en 2003 y cuando reingresaba a la atmósfera, literalmente se pulverizó como lo hace un meteorito, una estrella fugaz, tal como nos deslumbra cada vez que nos sorprende una. Fue una rotura del escudo térmico en una de las alas del transbordador lo que generó que éste comenzara a desintegrarse. En aquel trágico suceso murieron los siete tripulantes.
Finalmente y después del reingreso a la atmósfera terrestre, la Crew Dragon descenderá lentamente gracias a un sistema de paracaídas hasta caer al mar (en el Atlántico, frente a las costas de Florida), donde la tripulación será recogida.