Josefina Martorell, la argentina que jugó al fútbol donde nadie antes lo había hecho

Épica en Tanzania. Junto a otras 29 mujeres, jugó un partido a 5.795 metros de altura, en el cráter del volcán Kilimanjaro. El récord Guinness buscó concientizar sobre la desigualdad de género en el deporte. (De La Razón)

Josefina Martorell, la argentina que jugó al fútbol donde nadie antes lo había hecho
Josefina Martorell, la argentina que jugó un partido de fútbol en el cráter del Kilimanjaro, a 5\u002E795 metros sobre el nivel del mar\u002E

Por Pablo Gallardo

Todo parece imposible hasta que se hace. Aunque en esta época suene a eslogan de campaña política, la frase pertenece a Nelson Mandela. Y como para hacerle honor a uno de los personajes más admirados de la historia, Josefina Martorell y otras 29 mujeres lograron lo que nadie había logrado: subir al cráter del Kilimanjaro, para disputar un partido a 5.795 metros sobre el nivel del mar.

Aunque el encuentro marcó un nuevo récord Guinness, la intención principal fue concientizar sobre la inequidad de género en el deporte. A ningún hombre ni siquiera se le había ocurrido. Pero ellas lo hicieron.

La proeza se concretó el sábado 24 de junio y la fecha no fue casualidad: se organizó dos años antes del octavo Mundial de fútbol femenino, que se desarrollará en Francia. El escenario, el monte más alto de Africa y el cuarto del mundo. Las protagonistas, un grupo de 30 valientes, sumando aficionadas, profesionales y exjugadoras. Las más destacadas fueron Sandrine Dusang, que vistió la camiseta del seleccionado francés en más de 80 ocasiones, Rachel Unitt, ídola del fútbol inglés ("es como Mascherano para nuestra Selección"), la estadounidense Lori Lindsey, la canadiense Sasha Andrews y la jordana Yasmeen Shabsough.

Entra esas figuras, una futbolista amateur argentina. "Más allá del récord en sí, lo que queríamos era todo lo que se iba a generar después. Que un grupo de mujeres haya llegado a un lugar al que ningún otro había llegado era desafiar normas establecidas. Fue un grupo de soñadoras que quiso ir a lugares inexplorados y después llevar el mensaje a todos lados. Por eso estuvieron representados varios países", explica Jose sobre el partido, que cumplió con todas las reglas de la FIFA.

Para Martorell resultó un nuevo capítulo dentro de una vida marcada por el trabajo humanitario y las causas solidarias. Es que esta economista porteña abandonó un buen puesto en el ámbito privado, para sumarse a Médicos Sin Fronteras primero y, luego, a Cruz Roja Internacional.

Así, se brindó por los demás en sitios poco amigables: Congo, Níger, República Centroafricana, Sudán del Sur y Afganistán. Un recorrido parecido al que hizo Laura Youngson, una de las dos gestoras del proyecto y fundadoras de la organización Equal Playing Field (la otra es Erin Blankenship). “Es una persona súper emprendedora, con nuevas ideas y con ganas de romper límites. Ahora está muy metida en proyectos de género y se le ocurrió romper una marca para visibilizar el tema. La admiro un montón porque es de esas personas a las que se le mete algo en la cabeza y no para hasta llevarlo a cabo”, cuenta.

A esa misma fortaleza mental debieron acudir las 60 personas que subieron hasta la cima (las 30 jugadoras, más organizadores, médicos y guías): "La caminata en sí no me pareció tan exigente. Lo peor fue el frío, el dolor de cabeza a medida que te iba faltando el oxígeno y dormir en una carpa con un viento que parecía llevarse todo. En el último tramo, si caminabas, te cansabas. Y si parabas, te morías de frío. Cuando llegué al cráter, lloré de felicidad. Y justo amaneció". Una linda metáfora de la naturaleza ante el primer objetivo cumplido: llegar.

El segundo y no menos dificultoso era jugar. "Nos midieron el oxígeno y las pulsaciones para ver si estábamos en condiciones y también nos pusieron un GPS porque algunos centros de investigación querían estudiar el efecto de la altura. Obviamente, no fue el mejor partido y terminó 0-0. Fue gracioso, casi no nos podíamos mover. Llegabas al área y no tenías energía para patear. Hubo cuatro cambios por equipo, pero yo jugué los 90 minutos", se enorgullece Martorell. "Cuando terminamos lloré más fuerte todavía. Estaba muy movilizada y además sentía que me había pasado un camión por encima", agrega.

Ya en Argentina, el desafío continúa: "Estoy trabajando con la organización La Nuestra, en la Villa 31, con fútbol femenino y talleres de género". Como si fuera poco, integra Fútbol Militante, un grupo que se junta a despuntar el vicio de la pelota todos los martes a la noche en Parque Los Andes (Chacarita): "El rol de la mujer siempre estuvo reservado al espacio privado, a las casas y a las cocinas, no a la vida pública.

Nuestra intención es visibilizar a la mujer afuera y practicando deporte”.

Ellas emiten el mensaje. Entenderlo, es un trabajo de todos.