El presidente Alberto Fernández se mostró a favor de conceder la prisión domiciliaria a aquellos presos comunes que formen parte de los grupos de riesgo de infección del coronavirus y así ayudar a su vez a descongestionar la cárceles del país, con el objeto de evitar más brotes de la enfermedad.
"Las cárceles son un lugar de concentración humana de mucho riesgo. El contagio y la contaminación pueden darse con muchísima facilidad", explicó Fernández, para quien esta libertad debe estar vigilada a través del uso de tobilleras electrónicas.
Al igual que en otros países de América Latina, en donde la capacidad de las cárceles ha sido sobrepasada, en las últimas semanas algunos de estos centros en la Argentina fueron escenario de varios motines por los cuales los presos presionaron para poder obtener la libertad debido al avance del coronavirus.
Fernández, ante las críticas de la oposición, señaló en una entrevista radial que "el Gobierno no ha pedido la libertad de nadie" y que tan sólo está siguiendo las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En ese sentido, insistió en que sólo se beneficiarían de estas medidas aquellos presos que estuvieran cumpliendo condena por delitos menores y estuviesen dentro de la población de riesgo.
"Intento que podamos controlarlo de manera racional", dijo el mandatario, quien aclaró que "cada dos por tres leo un 'tuit' donde dice que queremos indultar y no es eso".
En la bancada del Frente de Todos, el presidente del Congreso en Diputados, Sergio Massa, manifestó también que "las penas están para cumplirlas" y advirtió que aquellos jueces que no sigan los procedimientos marcados para poder llevar a cabo las excarcelaciones se enfrentarán a un "juicio político".
Argentina superó por poco los 4.000 contagios de coronavirus tras su última actualización y registró cinco muertes más, lo que asciende a una cifra total de 197 víctimas mortales.