En el plantel xeneixe de 1977, año en el que Boca consiguió su primera Copa Libertadores, hubo un jugador mendocino llamado Carlos Enrique Ortiz. Si bien al futbolista le tocó ser suplente de Rubén Suñé, jugó un total de 25 partidos, en los que convirtió 12 goles, antes de continuar su carrera en Estudiantes de La Plata.
Hoy, 42 años más tarde, uno de sus hijos, Ismael, se gana la vida tocando la guitarra en el subte disfrazado del Hombre Araña. "Tengo 37 años, vengo de una familia acomodada, pero yo me dejé estar, caí en el faso, en la merca. ¿A dónde voy al baño? Me quiero dar una ducha y no tengo dónde. Es deprimente tener que ir a una estación de servicio. ¿Qué voy a comer en unas horas?", señaló el hijo de Ortiz en una entrevista.
Sobre su padre, Ismael contó que "jugó un año en Boca, hizo varios goles y lo compró Estudiantes de La Plata", donde conoció a su esposa (y madre de él), Diana Patricia Carvalho, que era modelo. "Eran el hambre y las ganas de comer. Él 'negro villero' y ella 'cheta divina'", señaló el músico callejero en relación a sus padres.
"Soy un nómade, mucho tiempo en un lugar no puedo estar. No me gusta repetir, tampoco sé qué voy a hacer dentro de una hora. No planeo mi vida, nunca lo hice, no sé lo que es la previsibilidad. Gracias a Dios no tengo pareja ni hijos. ¿Cómo haría para darles de morfar? Tendría que salir a chorear", agregó, polémico, Ortiz.
Consultado sobre el vínculo con su familia, reveló: "Se borraron. Mi vieja es una pobre mina, a la que no veo. Vive de la pensión de su viejo, que era ministro de Frondizi, con un hermano mío, junto a su esposa, que fue mi ex novia".
Además, contó que uno de sus hermanos fue asesinado. "Lo mató la mafia en Marbella hace siete años. Estaba metido en el mundo de la prostitución. Su fallecimiento me hundió en la cocaína y me costó salir", concluyó.