En el marco de la visita del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a la Argentina se firmará este jueves un acuerdo de entendimiento sobre biocombustibles, pero la actividad estará signada por la decisión fiscal que tomará el Gobierno: si pagan los mismos impuestos que los productos fósiles o si hay algún tipo de exención impositiva por el beneficio que genera en el medioambiente.
El secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, abrió la polémica la semana pasada en Córdoba cuando manifestó que la política de biocombustibles "es un costo tributario para una Nación que está quebrada".
"Hoy es más barato porque hay una asimetría tributaria", dijo Lopetegui, quien agregó: "No pagan los mismos impuestos el combustible fósil que los biocombustibles. Que en libre competencia, en igualdad de tributación, compitan, no tengo ningún problema".
Distinta es la mirada del presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), Luis Zubizarreta, quien consideró que hay que tener en cuenta dos cuestiones: las externalidades y los impactos en la economía.
"Las bioenergías pertenecen a una cadena con aportes fiscales. Hay que hacer bien las cuentas y hay que agregar lo ambiental; el mundo está potenciando el uso de biocombustibles, porque tiene una mirada que va a temas más trascendentes que el valor", consideró.
La evaluación que realiza Zubizarreta al dialogar con este medio se orienta a la creación de puestos de trabajo, a la generación de un producto con valor agregado, al acceso a nuevos mercados para colocar mejor la producción agropecuaria y a la situación ambiental.
En relación a los costos, esperan desde su sector que haya un debate profundo en torno a la implementación de una política de biocombustibles, para que se apliquen exenciones impositivas.
La mayor preocupación radica en que si se no se aplican exenciones fiscales y se le cobra los mismos impuestos que a un producto fósil, el precio de los biocombustibles será más caro y terminará impactando en los precios de las naftas y el gasoil.
“Hay que tener un tratamiento fiscal equilibrado”, manifestó el presidente de Carbio, quien opinó que es una oportunidad que tiene un “importante potencial” en un mundo “demandante en energías sustentables”.
Composición
En la Argentina, las naftas contienen un corte del 12 por ciento de bioetanol y el gasoil un 10% de biodiesel. El etanol es una mezcla de la nafta (fósil) y el alcohol, que se genera con caña de azúcar y maíz a partir de un proceso químico.
En el caso de pasar a una tasa de corte de etanol del 15 por ciento, el país se acercará a la matriz energética de Brasil, que es un gran productor de biocombustibles (uso más alto de alcohol en la nafta).
En Brasil, las estaciones de servicio hay surtidores en los que la nafta tiene un 27,5% de bioetanol y otros con biocombustible puro.
El corte de etanol en las naftas subirá progresivamente hasta 40% en 2030. En cambio, el porcentaje de biodiesel en el gasoil es de 11% y subirá 1 punto por año hasta 15% en 2023.
Según dijeron fuentes oficiales a este medio, el objetivo oficial es avanzar en el mismo sentido que el Brasil, con una confluencia de desarrollo tecnológico, incluso observando la tendencia del mercado mundial automotor hacia vehículos con “tecnología verde”.
Debate
En relación a los biocombustibles, la industria automotriz teme que haya un impacto negativo, ya que deberá adaptar los motores de los vehículos y esto también podría demandar inversiones millonarias, con eventual impacto en el precio final de los coches.
Si bien se trata de un combustible distinto al actual, desde la Cámara Argentina de Biocombustibles aseguraron que realizaron pruebas con un corte de etanol mayor de hasta el 20 por ciento y no encontraron inconvenientes en los motores actuales.
Además, mencionaron los casos de Brasil y Estados Unidos, donde el uso de etanol en combustibles es más alto. Sin embargo, fuentes de una de las principales refinerías del país afirmaron que el funcionamiento de los vehículos no es el mismo y hay que adaptar los autos.
Por la corresponsalía de Buenos Aires.