Conflicto Rusia - Ucrania: barilochense en Berlín cuenta cómo es dar asilo a quienes escapan de la guerra

Andrea Meerapfel vive en Alemania hace 25 años y recibió en su casa a tres mujeres ucranianas y sus cuatro hijas.

Conflicto Rusia - Ucrania: barilochense en Berlín cuenta cómo es dar asilo a quienes escapan de la guerra
Andrea es de Bariloche, vive en Alemania hace más de 25 años y hospeda en su casa a mujeres y niñas ucranianas que escapan de la guerra.

Andrea Meerapfel es de Bariloche y desde hace 25 años esta radicada en Berlín. Su vida, al igual que la de muchas personas, se vio sacudida por la invasión de Rusia a Ucrania. Ante esta situación Andrea decidió buscar una forma de ayudar y se registró para dar alojamiento a refugiadas ucranianas. Esa misma noche recibió en su casa a dos mujeres y sus dos pequeñas hijas de 7 años.

“Con todo lo que está pasando, miles y miles de ucranianos llegan a la Comunidad Europea. Conocidos de mis hijos que saben ruso prestan ayuda en la estación de trenes para traducir o preparar comida. Y cuando supimos de los padecimientos de amigos de amigos, ofrecimos un espacio en nuestra casa”, explicó Meerapfel.

Miles de personas esperan un tren en la estación de Cracovia, Polonia.
Miles de personas esperan un tren en la estación de Cracovia, Polonia.

Ese grupo logró asistencia en otra ciudad de Alemania, pero la mujer se mantuvo firme en su intención de brindar asilo y se presentó en la estación central de buses de Berlín para inscribirse en un registro. “Al llegar, me encontré con carpas enormes y mucha gente comiendo o durmiendo sobre camperas. En su gran mayoría, eran mujeres con niños aunque había algo de gente mayor. Jamás esperé encontrarme con una situación tan extrema”, describió Andrea.

Según pudo saber el medio Río Negro, cuando Meerapfel estaba en la estación brindando sus datos, una mujer se le acercó y le preguntó si podía alojar a dos mamás con dos nenas que llevaban cuatro días viajando. “Me dijo que solo querían un lugar para dormir y una ducha”, recordó.

La dificultad para comunicarse

Andrea subió a su auto con las dos mujeres y las niñas. Ninguna de ellas hablaba inglés por lo que tuvieron que comunicarse con el traductor del teléfono. Gracias a eso, Andrea pudo enterarse que las mujeres eran cuñadas y sus esposos habían quedado a disposición en la reserva de Ucrania. Ellas lograron cruzar Polonia con las nenas de 11 y 8 años. “Sólo tenían un bolso chiquito y una de las nenas llevaba una mochila con algunos ositos”, señaló.

La argentina vive en las afueras de Berlín, por lo que las mujeres empezaron a inquietarse cuando se alejaban del centro y veían cada vez más controles. “En todo momento, les repetía que ya llegábamos. Imaginaba la desesperación de estas mujeres de subirse al auto de alguien que no conocen”, explicó la barilochense.

Refugiados en la estación secundaria de Lviv, en Ucrania.
Refugiados en la estación secundaria de Lviv, en Ucrania.

Una amiga de Andrea habla ruso y les permitió comunicarse. Las mujeres contaron que la guerra las encontró en el noreste de Ucrania, una de las primeras ciudades atacadas. “Una de ellas explicó que una madrugada, su marido la despertó y le anunció que estaban en guerra. Cuando empezaron a escuchar bombas, agarraron algunas cosas y se fueron a un pueblito donde tenían amigos”, contó.

Cuando el peligro aumentó ambas decidieron irse de Ucrania. Luego de mucha espera lograron tomar un tren para llegar a la frontera con Polonia. “De ahí tomaron un bus hasta Berlín. Tuvieron la suerte de poder pagarlo porque sale 300 euros por persona. Por eso, mucha gente queda estancada. Las rutas están llenas y hay desabastecimiento en las estaciones de servicio. En total, ellas recorrieron 2400 kilómetros hasta Berlín”, explicó Andrea.

Hogar para tres más

Una vez acomodadas en Berlín, las mujeres le preguntaron a Andrea si podía recibir a una amiga que había logrado escapar con sus hijas mellizas. “Esta chica tardó un poco más en salir porque viene de una ciudad muy bombardeada. Vive en un piso 14 y con los bombardeos, el edificio temblaba y parecía que los aviones se iban a estrellar. Les dio tanto miedo que durante una semana, ella, su esposo, sus dos hijas y los dos abuelos vivieron adentro un auto en un estacionamiento subterráneo del edificio”, aseguró Meerapfel.

Ucranianos cruzan la frontera para llegar a Polonia
Ucranianos cruzan la frontera para llegar a Polonia

La mujer y sus hijas llegaron a Polonia y después a Berlín. Su esposo y sus padres se quedaron en el estacionamiento. El proceso de adaptación de las mujeres fue largo y complejo. Las heridas de la guerra, la distancia y el peligro en el que se encontraban sus familiares era muy fuerte. Andrea las invitó a salir al jardín a tomar sol pero ellas no se animaban a cruzar la puerta.

Una tarde una de las hijas de Meerapfel logró acercarse a una de las niñas ucranianas y terminaron el día jugando a las escondidas. “Fue lindo verlas y a las mamás contentas. Agradecen permanentemente, cuentan cosas y no pueden parar de llorar. Tampoco yo. Por suerte, están comunicadas con sus maridos y sus casas aún están en pie”, contó Andrea.

Un ángel guardián en medio de una guerra

La argentina ya había participado anteriormente de proyectos de integración vinculados a la ola de refugiados de Afganistán y Siria. “Siempre estoy dispuesta a ayudar. Soy mamá y tengo una nena de la edad de estas chiquitas”, aseguró la mujer que crió a sus cinco hijos en Alemania.

Andrea contó que las mujeres ucranianas, una contadora y la otra cocinera, buscan formas de ayudarla y agradecerle por hospedarlas: “Es gente trabajadora que llega sin nada. Con un bolsito. Les dije que primero se repongan y después veremos. La próxima semana las voy a llevar para que se registren y logren recibir ayuda del estado, como cobertura en salud, escolaridad para las nenas y dinero para comida”, finalizó Andrea Meerapfel.