"Los dominicanos que controlan la nueva ruta de cocaína y prostitución de la Patagonia", es el título del artículo publicado por Infobae en el que se brindan detalles de la participación de ciudadanos dominicanos en casos de narcotráfico detectados en provincias patagónicas, entre ellas Tierra del Fuego.
Peluquerías y lavaderos de autos son los rubros más elegidos por los migrantes de la República Dominicana que se instalaron en el sur del país como fachada de sus negocios. Sin embargo, desde hace más de diez años que varios ciudadanos del país caribeño instalados en la Patagonia están involucrados en causas de narcotráfico o trata de personas y su participación aparece cada vez con más frecuencia.
En septiembre del año pasado, la Policía Federal desbarató la"Banda del Caribe" integrada por cuatro dominicanos y un colombiano que operaba en Chubut y Santa Cruz con seis allanamientos en Comodoro Rivadavia, "El Mutante" encargado de la banda.
La droga que entra a la Patagonia, desde Río Negro hasta el fin del mundo, tiene varias alternativas para llegar a destino. Pero los proveedores son generalmente los mismos: los narcos que operan en las villas porteñas son los que abastecen de sustancias al sur del país, tanto de la villa 1-11-14 del Bajo Flores como en distintos barrios del sur, Monserrat, San Telmo o Barracas.
Un presunto narco dominicano penetró con particular fuerza en Constitución. Ardinson Amaury Aquino, "El Chibolo", había llegado a la Argentina alrededor de 2005, fijó como domicilio un departamento en la calle Pasco en San Cristóbal, pagó impuestos, hasta cobró una asignación familiar del ANSES. En agosto de 2017, "Chibolo" fue arrestado por la Policía de la Ciudad en una casa en Avellaneda: le encontraron 40 kilos de cocaína. Lo acusaban, básicamente, de ser uno de los proveedores más fuertes para el mercado de dealers de Constitución y patagonia.
El caso de Tierra del Fuego "Hay diferentes alternativas para llegar, está la ruta terrestre que es complicada porque hay que pasar por Chile lo que implica enfrentar cuatro controles fronterizos; por aire, que es el método privilegiado para transportar la droga; y el marítimo que es casi nulo porque los viajes que llegan son generalmente desde Europa o de barcos que salen de acá", explica una fuente de la Fiscalía Federal de la provincia.
El sistema de mulas es elemental para que la droga llegue al sur. Las bandas optan por contratar personas que escondan cocaína entre sus prendas o equipaje porque es muy difícil de detectar salvo que los investigadores sepan de antemano la existencia de la mula.
"Hay miles de personas todos los días en los aeropuertos, lo que lo hace prácticamente imposible realizar una revisación a cada pasajero. Sin embargo en el último años comenzó a haber un control más exhaustivo para quienes viajan desde Aeroparque Jorge Newbery a Tierra del Fuego", agregó el investigador federal.
Para los traficantes dominicanos que operan en el sur no se trata de grandes cantidades de estupefacientes: en un vuelo lo máximo que puede transportar una persona son un kilo y medio o dos, los micros ofrecen más capacidad.
El negocio real está en el precio de lista: un gramo de cocaína en Ushuaia o Río Grande puede venderse de 800 a mil pesos, una diferencia considerable con respecto a los 300 a 500 que se ofrece en diferentes puntos de CABA. Una fuente que conoce la mecánica: el kilo que en Buenos Aires puede comprarse a diez mil dólares en valor mayorista callejero es vendido a 15 mil en las calles patagónicas, con un considerable estiramiento posterior.
Desde hace varios años existe en Tierra del Fuego una comunidad de dominicanos que se acrecentó en los últimos tres años. De hecho, el año pasado se instaló en la ciudad un consulado itinerante de la embajada de República Dominicana.
En las causas judiciales también aparecen los dominicanos con más asiduidad. "No son grandes bandas pero sí familias: padres, hijos, primos que empiezan a vincularse con el negocio. En los últimos tiempos también empezamos a ver enfrentamientos entre bandas de dominicanos, por plata que no se pagó o algún favor que no se devolvió", explicó una fuente judicial.
En los viajes desde Buenos Aires a Tierra del Fuego estas bandas no sólo llevan y traen mulas sino que también lo hacen con mujeres para ejercer la prostitución. "Viajan un mes y después vuelven y así las van rotando. Están divididos así: los hombres se dedican a la droga y las mujeres son utilizadas para la trata de personas", contó un investigador.
También se usaron bares nocturnos, como el caso de Lucy Alberca Campos, una ciudadana peruana de 34 años que fue detenida en 2012 acusada de liderar una banda narco integrada por dominicanos y argentinos que funcionaba en Ushuaia, que también se dedicaba a la trata de personas. En el momento de la detención tenía siete millones de pesos en el lugar. Fue condenada en 2016 a tres años en suspenso por el delito de trata y explotación de personas.