Es periodista y escritor. En su haber tiene escritos 3 libros y un sinnúmero publicaciones y reportajes. Figuró en listas negras en épocas de la dictadura y se declara un periodista “de Remington”. La experiencia se le nota en un hablar reflexivo, que va sopesando las palabras con la sabiduría y la humildad que da el camino recorrido. En entrevista con Primer Plano (Canal 10 Tucumán), Juan Pedro “Cacho” Amaya nos cuenta de sus inicios, quienes influenciaron en su trabajo y sobre su frondosa trayectoria.
--¿Cuál es nombre completo? ¿Dónde nació?
--Mi nombre es Juan Pedro, nombre de dos Papas: el primero y el segundo Papa. Nací en Villa Alem, el corazón de Lucas Javier Victoriano (una gloria del básquetbol tucumano), de donde es mi familia. Hice el primario en la escuela Tiburcio Padilla, a una cuadra y media de mi casa, y después me terminaron de malcriar en el colegio San Francisco.
--¿Que lo llevó a ser periodista? ¿Como fueron sus inicios?
--Como síntesis te podía decir que uno nace periodista. Después se puede perfeccionar, adosándole los elementos de capacitación que hoy existen. Pero vos naces o no naces; no hay ninguna levadura que te amase para llegar a ser periodista: te gusta o no te gusta. Y ahí todo lo que te va acomodando la vida o que te va cargando la vida a lo largo de la existencia del periodista. Uno de mis maestros fue Germán Rodolfo Valdez, el otro Manuel Felipe Gallo. Son dos de las personas que me tallaron así, que te gusta o no te gusta. Y ahí demostrás si te gusta o no te gusta. Cuando tenés el látigo en la espalda para decir “me quedo o me voy”.
--¿Cuáles fueron los momentos que lo marcaron?
--Siempre le comento a Germán: yo, plata y miedo, nunca he tenido. Así que el miedo no forma parte de mi profesión. Hay recuerdos que puedo buscar así andar trabajando en los montes de Tucumán con el tema de la subversión, al padre Fosbery, que fue rector de la Universidad de Santo Tomás de Aquino, me mandaron una vez a preguntarle si era verdad que él había enviado dos misiles... Yo era chico, digamos era “paloma” se puede decir. Fui le pregunté, Padre Fosbery, ¿es cierto que usted mandó dos misiles? La mirada de él fue la respuesta para todo. No me contestó nada, me miró feo. Pero miedo no, audacia, sí. Audacia para preguntar lo que sea.
--El Padre Fosbery era un dominico, uno de los más influyentes en el último tramo del gobierno militar y en los primeros años de la democracia en Tucumán. Una persona tremendamente influyente. Creo que la mayoría de los ministros tenían que tener el visto bueno de él. Ahora, con toda su experiencia ¿Cuál es el mensaje a los jóvenes que pretenden seguir una carrera de periodismo?
--El periodismo para mí no es una carrera, es una profesión. Son dos cosas diferentes. Vos podés Iniciar una carrera, le pones fuerzo, trabajo, gana. Vas a la Facultad y te dan un diploma. Por eso dejo establecida la diferencia. ¿Y qué me marcó a mí? no sé, las ganas de seguir adelante y haber escrito tres libros: “Los montoneros de Bussi” es uno los libros, “Promesa cumplida” fue una entrevista cuando estaba en la Argentina, en el planeta, el tema del HIV, el tema del Sida. Y el tercer libro se llama “NN o Montes de Oca”, la historia de la desaparición, en la Colonia Montes de Oca, de la doctora Cecilia Giubileo. No sé, en la medida que iba armando mi vida periodística le iba “poniendo de todo a la verdulería” como digo. Pero que me haya marcado así, no.
--Cuántos años lleva de carrera?
--El 24 de febrero del año que viene 40 años, porque mi paso previo fue que me sugirieron, en la época de la subversión, que me tenía que ir. En esa época estaba estudiando ingeniería en construcción en la Universidad Pública. Vino un amigo y me dijo “mira, mejor andate porque figuras en una lista”. Me fui a vivir 3 años a Venezuela y volví el 24 de febrero del año 1984, o sea en febrero del año que viene hace 40 años que volví a la Argentina. Pero ya antes había tenido un proceso bastante largo en Radio Independencia.
--Dónde fueron sus comienzos?
--Yo comencé en (radio) LV12. Después me voy a Venezuela, vuelvo a la Argentina y me quedo bastantes años en LV 12. Después hice un paso por Canal 10, y aquí estoy. Pero el primer amor de mi vida, hasta el día de hoy, es LV12. O sea la virtuosidad que puede tener al hacer comunicación por radio. Tengo un programa en este momento en radio Contacto. Y volví a sentir el placer de ir a hacer móvil. Yo había nacido haciendo el móvil de LV12. Me mandaban hacer eso, preguntarle al padre Fosbery si es verdad que mandó dos misiles a la guerra... Pero era la calle, conocí la calle y es lo que me marcó. Así que una mañana de estas sentí el placer de ver como estaba rodeada toda Plaza Independencia, que no se podía ingresar. Y me nació decir “voy a preguntar por qué está cortada la calle”. Ese día a la madrugada, a plaza Independencia, por ejemplo, no se podía entrar.
--Para terminar, ¿a un chico que estudia periodismo, ¿qué le dirías vos hoy?
--El periodismo que me malcrió a mí es totalmente diferente al periodismo de hoy. Porque yo soy de la Remington, de la Olivetti, del papel, y hoy los chicos tienen, en el teléfono, el acceso a cualquier información, ante lo que me resultaría difícil comparar o aconsejar. Yo vengo de otro planeta. Hoy tenés Facebook, Twitter, Instagram: las famosas redes sociales. Además, tenés el papel. En el periodismo donde yo nací había dos canales de televisión y tres radios, LV7 LV12 y Radio Splendid. Ahora hay tormentas de información. Antes teníamos dos o tres posibilidades de informarnos. Hoy estamos viviendo lo que yo denomino el “planeta virtual”. Yo vengo de la Remington y de la Olivetti. Si les gusta háganlo, plata olvidate, es una profesión que no hay plata. Lanata sí, Majul sí, Feinmann sí, pero ellos viven en otro planeta mucho más lejano. En Tucumán hay que remar la canoa todos los días...