En esta entrevista, emitida por la televisión tucumana, la doctora Carmen Perilli comparte su trayectoria vital y académica, desde su ingreso en la Universidad en 1968 hasta su jubilación en 2020. Recuerda su experiencia como víctima de la dictadura militar, el secuestro de su primer marido y su lucha por la justicia. También destaca su carrera como profesora de literatura latinoamericana, su investigación sobre la representación de la mujer en la obra de Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, y su compromiso con la promoción de la cultura y la educación en la región.
La entrevista también abordó su reciente distinción como profesora emérita de la Universidad Nacional de Tucumán, su visión sobre la importancia de la literatura y la crítica en la sociedad, y su opinión sobre la influencia de la izquierda en Latinoamérica.
-Doctora, ¿Qué siente usted, de tantas distinciones que tiene en la vida?
-”En realidad no sé si tengo tantas, esta ha tenido mucha repercusión. En realidad tengo una carrera muy larga, he entrado a la universidad en el ´68 como estudiante, me he recibido en el ´72, y después he seguido hasta que me he retirado a los 70 años recién. A partir de ahí, siempre por concurso, que es el sistema de la universidad, cada 5 años he concursado. Primero estaba en una cátedra lateral y después entré a la cátedra en la cual yo me quedé, que es literatura latinoamericana. Y de ahí desde ´86 al al 2020, estuve a cargo”.
-¿En qué época tomó la literatura latinoamericana?
-”En literatura latinoamericana inmediatamente comenzó la democracia. Primero a mí me reincorporaron en el año ´84″.
- ¿A usted la expulsaron?
-”Mi caso era bastante particular, porque en realidad yo tuve que una renuncia forzada, porque secuestraron a mi primer marido, que está desaparecido, lo mataron. En el juicio de la policía de la provincia la persona que lo secuestró, que en el caso yo la identifiqué, que fue Roberto Albornoz, me dijo señora con usted no es la cosa, tenga cuidado está su hijo. Lo llevó de la casa de la madre. Me dijo quédese a cuidarlo, entonces me fui a Aguilares y me quedé ahí. Volví después con una beca del Conicet y luego concursé y ya entré en la cátedra. Entonces tuve como una interrupción ahí. Me ayudé con el Conicet y ya después entré como docente”.
-Usted ¿Es casada en qué año?
-”Yo me casé por primera vez en el año ´73 y después ya me volví a casar en el ´82. Tengo dos hijos que ya tienen 50 años, del primer matrimonio”.
-¿Le puedo preguntar quién fue su marido?
-”Mi marido se llamaba Ángel Mario Garmendia, era profesor de la universidad, enseñaba física y química en la facultad de ciencias de Salta y era militante del movimiento docente y había sido militante del movimiento estudiantil. Lo sacaron de la casa, estábamos por almorzar y entraron diciendo que el auto que había en la puerta había atropellado a un ciclista, cosa que no era cierta, y se presentaron como de coordinación Federal. La empleada que estaba cocinando en la casa de la madre de él, los identificó como como empleados de la provincia. Y resultaron ser el grupo parapolicial”.
- ¿Influyó mucho en su vida ese tema del secuestro?
-”Este tipo de hecho no se borra nunca, lo cual no significa que uno no ha hecho el duelo. Yo me fui al pueblo de Aguilares, que es donde yo nací, más que nacer crecí, y vivía mi madre. Crié a mis hijos, que eran muy chicos, uno tenía 9 meses y el otro tenía 3 años. Entonces me quedé con ellos. Después entré a trabajar en un colegio secundario y después me vine acá. Después vino la democracia y siempre, todo el tiempo, estuvimos haciendo trámites. Porque no había un reconocimiento de ningún tipo, aunque había otra gente que conocíamos que también había sido secuestrada. Nunca se supo nada. Se supo que estaba en la escuela de la Policía, pero después no se supo nada. Sí es es un golpe pero debo decir que por alguna cosa medio milagrosa, nunca sentí odio. Sí pedí justicia y sí creo que de alguna manera la justicia llegó. Y por otro lado logré armar rearmar una familia, mis hijos tienen un padre, segundo padre digamos, que los crió, que me ayudó a criarlos muy bien. Así que en ese sentido, eso no se olvida nunca, porque además fue mucha gente la que sufrió esto”.
-De los escritores latinoamericanos, usted toma a Cortázar, al Gabo García Márquez
-”Bueno en realidad, en los primeros pasos digamos, me marcó mucho la lectura de Cien años de soledad” pero era estudiante del secundario. Posteriormente yo estaba trabajando las representaciones de la dictadura, en lo que se llamó la novela de dictadores, donde estaban autores como Augusto Roa Bastos, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez... Pero eso tuve que trabajarlo en silencio porque no se permitía ninguno de esos nombres. Y además yo no podía volver a la Universidad, la condición era que yo no apareciera más por Tucumán. Entonces estuve trabajando y mandaba trabajos afuera, publicaba, seguía en contacto con personas que estaban trabajando en el tema nuestro. Después, para entrar al Conicet, yo me presenté una beca y gané la beca con con tema dirigido por mar Eugenia Valentié sobre el mito en (Jorge Luis) Borges. justamente porque busqué un tema que no causara problemas. Me sirvió muchísimo porque metí en la escritura, en otro tipo de procesos, que era la obra de Borges. Estudié mucho mucho la obra de Borges y después ya hice mi tesis de doctorado, que la rendí en el año ´89, sobre el tema de la mujer en (Alejo) Carpentié y en García Marquez. Cómo se representa la mujer, cómo son las distintas definiciones de género. Después trabajé la novela Argentina del ´80 al ´90. También empecé a hacer estudios coloniales y ahora sigo trabajando.
-Le pregunté hace un rato por Cortázar. ¿Usted no lo ve, digamos as lo tiene fuera? n
-”No, no es que lo tenga fuera Cortázar. Me parece muy interesante, ha formado parte del clima de ideas en el cual yo he crecido en la Universidad. Tiene una obra magnífica, desigual. Sin embargo lo que sí sentí siempre es que la obra de Cortázar no me llegaba tanto como me llegaba la obra, por ejemplo, de un García Márquez. Quizás porque qué quiere usted mejor representación de la hojarasca de Macondo que un pueblo tucumano después de la siesta”.
-Doctora, esta semana recibió una distinción de la Universidad Nacional de Tucumán como como profesora emérita. Uno de los títulos más importantes que otorga la Universidad. ¿Qué significa para usted y cómo fue el proceso para llegar a esa distinción?
-”En la Universidad llegué al máximo cargo que se puede tener en actividad, que es el profesora titular con dedicación exclusiva. Estuve ahí des el ´94 hasta el 2020. A su vez, también llegué a investigadora principal en la carrera del Conicet: trabajé en los dos espacios, en la carrera de investigación del Conicet y en la facultad. Me jubilé y el grupo de investigadores que había trabajado conmigo, inició un proceso que supone una evaluación de pares externos, o sea de otros de tres profesores de afuera, que elige el consejo Superior. Es como un concurso y en ese concurso me otorgaron el título profesor emérita, es un título”.
-Doctora, ¿Cuál considera usted que fue o fueron los principales aportes de todos sus trabajos a nuestra sociedad y a las nuevas generaciones?
-”Cuando armé la Cátedra estaba muy desarmada, porque la literatura latinoamericana era un “bicho” no muy bien visto durante la dictadura, entonces había quedado muy muy poco, lo habían sacado al titular que era el doctor Octavio Corbalán. Entonces cuando volvimos, lo que me propuse fue armar un espacio acá en Tucumán. Porque algo que a veces nos olvidamos son las enormes desigualdades que hay entre el interior, llamémoslo entre comillas, y el puerto. No solamente es un problema de lo material, riqueza o lo que sea, sino también un problema de el reconocimiento de las producción intelectual y crítica y creativa del interior. Yo siempre pensé en términos, no de una región chica, sino de la región latinoamericana más grande. Y así comencé, primero armamos además de la cátedra, un instituto, el Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA), que tiene una larga trayectoria, y la revista Telar, que nació en 2004 y fue la primera revista en la web, de la Universidad. La creamos directamente como revista en la web, con una revista en papel paralela que después la dejamos de sacar, porque era imposible económicamente. Después se convirtió en una de las primeras revistas, creo que la primera del área, en estar en los sistemas. Porque el sistema científico no es algo fácil de comprender, en el sentido de que supone toda una serie de evaluaciones. La revista fue evaluada por una entidad que depende del Conicet, que se llama CAISIT, donde se evalúa una serie de baremos, que a su vez son aceptados internacionalmente. O sea, tiene que tener evaluaciones continuas. La revista en este momento tiene todo. Hemos tenido una gran ayuda, porque muchos de esos reconocimientos tienen que ir acompañados por elementos tecnológicos para que la revista circule. En la revista hemos tenido colaboraciones maravillosas: Tomás Eloy Martínez, Noé Jitrik, Ernesto Cardenal, Gioconda Belli. Es una revista de literatura y de crítica literaria y creo que en este momento es una de las revistas más importantes que hay sobre América Latina y es reconocida como tal”.
-Cuando lo nombra a Ernesto Cardenal o lo nombra Gabo García Márquez, ¿Usted cree que han influenciado mucho la izquierda en Latinoamérica? Porque Márquez, Cortázar, Cárdenas, tenían una concepción. (Jorge Luis) Borges es distinto porque fue antiperonista, no tuvo una alineación izquierda-derecha.
-”Depende, yo creo que en principio no era de izquierda pero tampoco le ha hecho un favor muy grande a la derecha, cuando decía que votaba la derecha porque nunca ganaba, porque no iban a ganar nunca. Borges tenía un humor que siempre descontracturaba. O sea que iba contra los absolutos y en ese sentido cuando lo trajeron, cuando vino, los puso a más de uno en un apuro, porque dijo, por ejemplo, que Cristo había sido un gran populista. Yo no sé quién lo entrevistaba en la televisión, pero quería salir corriendo. Pero no son solamente ellos, sino hay muchos otros”.
-Cuando lo trajeron a Borges a Tucumán, dijo acá que el mundial era una calamidad razón por la cual se prohibió hablar contra el mundial.
-”Le sacaron una foto con (Luis) Menotti. Entonces cuando alguien se acercó le dijo ¿Quién es este hombre? Visité a Borges después en Buenos Aires. Había algo extraño en la persona de Borges, para mí. Borges. que era muy de una gran humanidad. y por otro lado que él era un escritor. Por ejemplo usted dice García Márquez. Uno puede criticar muchas cosas de García Márquez , inclusive de sus alineamientos políticos, que además nunca son los mismos en una época que en otra. Quiero decir con esto lo que a mí me importa de García Márquez y es la obra”.